Rachel Parsons, lleva 32 años practicando budismo y supo encontrar la manera de transmitirlo entre los ibicencos. Foto: ARGUIÑE ESCANDÓN

Rachel Parsons es una británica muy ligada al mundo de la moda y de la música, aunque actualmente trabaja en el agroturismo de Atzaró como Relaciones Públicas. Pero si hoy se convierte en nuestro perfil no es por su vida profesional, sino por la espiritual, pues Rachel fue la segunda persona budista que llegó a Eivissa.

Nació en Reino Unido hace 51 años en el seno de una familia católica, pero con el tiempo entendió que la fe que ella profesaba era otra diferente. Durante 18 años fue católica creyente y practicante, pues asistía a clases de Biblia. Tan cerca estuvo de la Iglesia que hasta su madre quería que se metiera a monja de convento, pero ella no era feliz con esa vida y buscó las respuestas en otra religión.

«Comencé a ser budista porque era una adolescente infeliz y desdichada, no entendía el mundo y me ponía muy triste», asegura. Confiesa que no tuvo una niñez sencilla y que cuando fue adolescente estaba muy confusa y se sentía deprimida la mayor parte del tiempo, «pero cuando comencé a orar todo cambió, porque empecé a usar la cabeza y a pensar con mi corazón. Encontré la paz que necesitaba». De esta manera, Rachel se refugió en el budismo cuando apenas acababa de cumplir la mayoría de edad y sin tener demasiados referentes a su alrededor, pero con el tiempo fue aprendiendo a orar y a sentirse bien consigo misma. Y 32 años después continúa cohesionada a la religión que le devolvió el sentido.

«La regla eres tú, porque eres tú quien creas las reglas de tu propia vida». Explica que el budismo te da la responsabilidad de decidir sobre lo bueno y malo para ti mismo, sin ningún tipo de imposición, castigo o prohibición, «porque esa táctica no funciona». Asegura que es muy importante estar en consonancia con la mente, el cuerpo y el espíritu, y que en muchas ocasiones nos centramos en la mente y cuerpo, olvidando el espíritu, «pero es lo más importante, porque el espíritu es el corazón, si todo el mundo actuara con el corazón nos iría mejor».

Budista en Eivissa

Antes de llegar a Eivissa vivía en Londres y estaba estrechamente ligada al mundo de la moda ya que trabajaba con Vivienne Westwood. Era ya madre de tres hijas, siendo John Galiano el padrino de una de ellas, cuando sucedió algo que cambió su vida. Su mejor amiga murió dejándole a su cargo la custodia de su hija de 5 años. Fue entonces cuando decidió cambiar de aires, empezar de nuevo.

Aterrizó en Eivissa hace 18 años porque el padre de su hija residía en la isla, donde trabajaba de DJ. Les pareció una buena idea a ambos, porque así él estaría más cerca de la niña también. Pero comenzar de cero y en un país extranjero fue complicado. “Cuando viene por primera vez estaba nerviosa. Recuerdo que inscribí a mis hijas en un colegio internacional, pero después les cambié a uno español, ahora ellas hablan catalán, español e inglés», comenta recordando sus inicios en la pitiusa.

Tampoco en lo referente a su religión le resultó sencillo, pues si bien hoy día Eivissa es una isla donde el budismo tiene mucha presencia, cuando ella llegó apenas se conocía. De hecho, fue la segunda persona en practicarlo en la isla:

«Al principio fue complicado comenzar a orar aquí porque no había gente que lo practicara y me sentía muy sola». Claro que eso ha ido cambiando con el paso del tiempo. Ahora hay cinco grupos budistas en Eivissa y dos en Formentera, en los que hay mucha presencia de españoles e italianos, y celebran meetings todas las semanas en casas.

Rachel ora una hora todos los días, por la mañana y la noche, y no deja de reflexionar sobre la que denomina ‘gran pregunta':

«¿Cuál es el propósito de la vida? ¿Por qué estamos aquí? En mi budismo decimos: ‘Para ser felices'. Eso no significa que siempre tengas que estar bien, porque la vida tiene altibajos, pero lo importante es que luego encuentres la manera de volver a ser feliz”.