Jordi Serra, agricultor e impulsor de la iniciativa SOS H2O. | Arguiñe Escadón

El agricultor ibicenco Jordi Serra dio la voz de alarma tras las elecciones. La sequía y los problemas de abastecimiento de agua estaban sacando a la luz la pésima gestión relativa al agua practicada durante años tanto por particulares como por las administraciones. Así nació la iniciativa SOS H2O, con el objetivo de impulsar actuaciones encaminadas a «salvaguardar este bien para el futuro».

—¿Cómo y por qué surge la iniciativa SOS H2O?

—Yo me dedico a la agricultura, que supone alrededor de un 50% de mi renta. Hacia el mes de abril noté que en la zona de Forada comenzaba a flaquear el agua de forma notable, a niveles de agosto del año pasado, cuando se me murieron unas tomateras por la sequía. En este escenario, catastrófico, hubo gente que me comentaba que tenían problemas graves con el agua y un día hablándolo con una amiga surgió la idea. El problema es que estábamos en plena campaña electoral y decidimos esperar. Sin embargo, yo ‘flipaba' con que no se hiciera un decreto de sequía y se haya esperado al verano. Con los acuíferos a niveles tan bajos, el anillo de interconexiones sin hacer, depuradora de Santa Eulària sin usar... No lo entendía. Pero en campaña no queríamos enmerdar todo, no queríamos que el tema del agua se instrumentalizara.

—Recientemente han mantenido una reunión para sentar las bases de una futura mesa técnica de trabajo. ¿Qué conclusiones ha sacado?

—Nos juntamos una treintena de personas y dimos un poco de espacio a la participación para darle más legitimidad a la iniciativa. Sigue siendo importante la tarea de los técnicos, desgranando la información más profunda y haciéndola accesible. Vamos a potenciar esto y tenemos previsto para octubre hacer un debate abierto y será importante de cara a la divulgación y de cómo se ha llegado a la situación extrema que tenemos. Hay que hacer una serie de actuaciones, algunas no serán muy populistas pero hay que acometerlas si queremos salvaguardar este bien para el futuro. Hasta ahora ha sido un ‘sálvese quien pueda', haciendo pozos por doquier, sin control, usando agua sin límite, con empresas privadas chupando del bote, sin control ni supervisión y este el resultado. Lo raro es que no haya reventado antes...

—La situación en Sant Josep es especialmente crítica.

—Por eso hicimos la excursión reivindicativa a ses Eres. Aquí se han hecho barbaridades. Las redes de suministro se han hecho de forma abusiva, lo que se ha hecho aquí con el acuífero de sa Serra Grossa es una destrucción premeditada. Una de mis obsesiones es el mar de Aral; cuando hicieron los canales para hacer algodón sabían que se secarían. Aquí ha pasado lo mismo pero sin las fotos de los barcos varados en el desierto. Con suerte, un 20% del agua de ese pozo llega a las casas, el otro 80% se pierde. Es el paradigma de las cosas mal hechas. Nosotros tratamos de dar visibilidad a un problema invisible. El agua mala que se recibe en los domicilios es un síntoma de las cosas mal hechas.

—¿Los diluvios de agosto y septiembre han hecho olvidar la sequía?

—Las lluvias han sido geniales desde el punto de vista personal. Han dado una tranquilidad grande, pero es un parche. Que se tenga que depender de las lluvias... En los últimos 10 años las pluviometrías estaban por encima de la media y por eso no ha habido una crisis así antes. Pero ha llovido a mares y he recogido 200 litros, casi la mitad de todo el año.

—¿Las inversiones previstas para el año que viene para la mejora de las redes de saneamiento y abastecimiento de agua serán suficientes?

—En absoluto, con esas inversiones se verá la luz al final del túnel, pero no es un tema que dependa de una o dos administraciones ni que se pueda solucionar en un año. Se necesita que todas las administraciones, desde Bruselas a los ayuntamientos, tomen responsabilidad y, para complicar el tema, estamos todos nosotros, pues somos usuarios de agua y tenemos parte de responsabilidad en su gestión. Lo que propugnamos es que haya un cambio de sensibilidad a todos los niveles y se tenga en cuenta la Directiva Marco del Agua.

—¿Qué proponen ustedes?

—Proponemos una mesa técnica que haga cumplir esta legislación y que dé propuestas: una de estas, que parece que se podrá implementar, son las ordenanzas municipales de ahorro y buen uso de agua. Tenemos unos cuantos modelos y esta mesa técnica, que reúne a distintas instituciones y sectores estratégicos, deberá buscar un acuerdo para ver cómo se articulan las ordenanzas de obligado cumplimiento. Son medidas muy simples que pueden generar puestos de trabajo en economía verde. Se puede alcanzar consenso en este sentido. Mas que nada es adelantar trabajo a los políticos. Hacer propuestas en positivo y luego que los objetivos e indicadores se cumplan. Sería algo permanente, no flor de un día.

—¿Hay más responsabilidad ahora hacia la gestión del agua?

—Siempre tienen una parte positiva que es que mejoran la concienciación. Quizás en otro contexto dices que vas a gastar el dinero del municipio en agua en lugar de en un polideportivo y el político de turno se lo habría pensado. Que haya concienciación implica que puedan derivarse más recursos para este lado.

—¿Ha encontrado mayor apoyo en los nuevos equipos de gobierno de la isla?

—De momento intentamos evitar la participación de políticos porque se instrumentaliza, se entran en guerras demagógicas. Queremos mantenernos en un plano diferente. Todo el mundo se quiere colgar medallas y cuando algo es popular es fácil que la gente se vaya sumando.

—Pero de cara al objetivo último son imprescindibles los políticos.

—Claro, al final necesitaremos a los políticos, pero queremos llegar a un punto en el que hagamos propuestas y nadie pueda rechazarlas, sean del color político que sea.