El artista Merino Zuazo.

Artdid, el título de la nueva muestra que se inaugura esta noche a partir de las 20.00 horas en Can Tixedó (Carretera de Santa Agnès a Sant Rafel, km. 5), ya es un ardid en sí mismo. Si bien define la intencionalidad del fotógrafo Merino Zuazo y de la pintora Celia Jiménez, dos artistas que trabajan empleando el truco, el engaño en su empeño por cuestionar la percepción habitual del mundo, la T insertada en el término nos ofrece una segunda lectura: art did, «discurrir y hacer, la fusión del pensamiento anímico del arte y la producción, el trabajo hecho».

Por un lado, Celia Jiménez, nacida en Madrid y residente en Formentera, crea cuadros con incorporaciones de diversos materiales, que nos muestran varias estampas de las Pitiusas, con un cromatismo en donde predomina el azul y el blanco. «Buceo con los materiales, en el riesgo de lo que podría llegar a ser, anhelo el descubrimiento y los elementos incorporados me obligan a improvisar, a articular un mundo alternativo… me marcan una frecuencia, un ritmo que como ardid sirve para enfatizar el sentimiento, como el quiebro de voz repetido en una canción», resume su obra la madrileña a este periódico.

En este sentido, Jiménez asegura que la luz, «nacida a partir de los volúmenes añadidos», se ha convertido en la protagonista de sus últimos trabajos, que parecen imágenes sobreexpuestas de su memoria, «porque siempre nos quedará la luz… al final del paraíso…»

Cuatro décadas

Por su parte, Merino Zuazo, también natural de Madrid aunque residente en Eivissa desde 1974, se dedica a la fotografía creativa desde hace más de cuatro décadas con la finalidad «de lograr el objetivo de hacer que lo común y lo que hemos visto tantas veces cambie simplemente cuando le ponemos encima una nueva mirada».

Para ello, Zuazo nunca manipula la fotografía, sino que que busca, en el mismo momento de hacer la toma, las luces, las formas, los colores, la distancia, las texturas que logren dicho objetivo. Así, en algunas de sus creaciones, la luz y los reflejos de los colores y las formas le dan «un movimiento especial a cada imagen llegando a semejar trazos pictóricos», mientras que en otras, el acercamiento y el detalle «hacen que el espectador tenga dificultad para discernir entre la realidad y la fantasía».