Hoy es sábado y los niños del orfanato van a misa durante 4 horas.Mientras tanto aprovecho para ir a la ciudad a resolver temas personales. Cuando regreso a Bamba, comemos todos juntos, duermo la siesta y una vez levantado, cojo los trucos de magia para hacérselos a los pequeños que son increíbles, muy cariñosos y educados.
Por la noche, después de cenar les acompaño en su devocion time, en el que se juntan y vuelven a rezar y cantar.Me piden que interprete yo algo y junto a Erik, el arquitecto que vino a ayudar con la nueva construcción, nos lanzamos con La Macarena. Y en un momento estamos todos en la habitación bailando.
De ahí, a cenar, donde me espera guacamole que ha hecho Rocio, y Rutto, Christine, sus hijos y algunos de los adolescentes del orfanato que nos acompañan normalmente.
Día 5
Hoy hemos decidido hacer un Safari, pero no de ver animales, sino una mera excursión. Salimos sobre las 10 de la mañana, cuando nos vienen a recoger dos pikipikis y empieza nuestro camino en el que recorreremos una zona que está mucho más alto que donde estamos nosotros.
Paramos a mitad del camino a ver unas vistas muy bonitas y como casi siempre los aldeanos al ver a musungus (blancos) se acercan. Los primeros son tres niños que vienen con una pelota de fútbol hecha de bolsas de plástico y agarrada por cuerda. Tras jugar un rato con ellos, seguimos nuestro camino, disfrutando de un paisaje bucólico rodeado por muchas casas. Finalmente, paramos en lo alto, andamos hasta un pico de otra montaña y allí comer los bocadillos que hemos preparado esta mañana.
Al llegar a la otra montaña nos reciben en una casa.Es una mujer encantadora que nos presenta a sus 8 hijos, con los que vuelvo a jugar. De ahí seguimos hasta la punta que queríamos visitar, eso sí, escoltados por los niños mas otros que también se han animado a acompañarnos y dos mujeres.
A la vuelta paramos en la casa de una de las mujeres que nos había acompañado, invitados por ella, y nos presenta a sus 3 hijos primero y mas tarde a Kibet, el cuarto y que según me cuenta su madre, tiene 7 años y no sale apenas de la habitación porque sufre un fuerte retraso, apenas oye y ve con dificultad. Creo que esto se debe a su reclusión así que intento sacarlo, le ayudo a andar un poco aunque con dificultad ya que sus piernas son tan finas como mis dedos, mueve los ojos muy rápido sin ningún sentido, tiene la espalda curvada y parece un niño de 3 años. Con ello quiero demostrar a su madre que dedicando un poco de tiempo a Kibet y haciendo algo de ejercicio podría acabar andando.
Christine, la responsable de Bamba en Kenia, le comenta a la madre que hay un internado en la ciudad donde cuidan a niños con problemas y Rocío se compromete a apradinarlo y enviarlo a esta escuela para que mejore y pueda llevar otro tipo de vida. Aunque todo esto me choca mucho me alegro profundamente al ver que hay una solución y al mismo tiempo me siento un privilegiado de poder vivir esto en primera persona. Por ello, yo mismo me he comprometido a ayudar económicamente para hacer frente a los costes derivados de internar a Kibet y ver como mejora.
Después de unas horas en esta casa volvemos a donde nos esperan los pikipikis y paramos a comer. Como somos la atracción del pueblo enseguida nos rodean unos veinte niños y tres o cuatro adultos que nos observan muy sorprendidos y a escasos metros como comemos y hablamos. Yo les saludo y les hago alguna broma aunque sólo sirve para ruborizarlos y esbozarles una mínima sonrisa.
Finalmente, volvemos a Bamba, cuando son las 4 mas o menos. Descanso una hora antes de subir al orfanato y en torno a las 5 ya estoy con los niños para pasar toda la tarde con ellos. Son increíbles, os ánimo a ver los videos en el canal de youtube (soycarlosramon) y en las redes sociales. Sin embargo, habrá que esperar a tener una buena conexión, algo que lamentablemente, no creo que sea pronto.
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