Un año más la pista polideportiva de esta pequeña localidad situada al noroeste de la isla se quedó pequeña para albergar al numeroso público que acudió a disfrutar con los 23 caldos participantes y los cerca de 220 kilos de sobrasada y butifarrón cortados en porciones para la ocasión. «Está genial, no me lo pierdo ni un año porque es uno de las mejores actividades que se hacen para que la gente que nos quedamos en la isla durante el invierno podamos pasárnolo bien», aseguraba Pep, quien había ido hasta Sant Mateu en compañía de su mujer Sara y su pequeño Oriol, de apenas tres años.
Ellos eran algunos de los muchos visitantes que se acumulaban en torno a las seis bañeras que la organización había colocado para poder torrar la sobrasada y el botifarró pinchados en ramas de parra, y que se convirtieron en lugar de obligado peregrinaje durante la jornada. Y es que además de proteger del frío las bañeras se convirtieron en peculiares hogueras donde torrar los trozos de embutidos y pan que se incluían en los cinco euros que se pagaba en barra por probar un vaso de vi pagès. «Hay quien dice que puede resultar caro pero la verdad es que cuando te comes dos o tres trozos de sobrasada ya vas servido y además lo que se trata no es de probar todos los vinos que se presentan sino de disfrutar de una jornada con amigos», explicó Catalina, una vecina de Sant Antoni que lleva acudiendo a la fiesta «de forma ininterrumpida» los últimos diez años.
Más que vino y embutido
Pero la Festa del Vi Pagès, que este año ha cumplido su vigésimocuarta edición organizada por el Ayuntamiento de Sant Antoni, la Asociación de Vecinos de Sant Mateu y la APIMA del colegio de la localidad, es mucho más que vino y sobrasada. Es también una buena oportunidad para reencontrarse con personas que hace tiempo que no se ven como quedó demostrado en los numerosos abrazos y besos que se repartieron en torno a las bañeras o las barras. Los «qué es de tu vida», «cómo estás» o «cuánto tiempo sin saber de tí» se fusionaban con los caldos, la comida y la música, al principio de los temas del último disco de Projecte Mut, Ido, y después con la payesa de els sonadors de sa Colla d'Aubarca.
Precisamente este momento fue uno de los pocos paréntesis que se vivió durante la tarde noche. En torno a las siete y cuarto de la tarde el buen hacer de la colla local paralizó un poco al personal y varias decenas de personas hicieron un minicírculo para seguir las evoluciones de una decena de balladors.
Pero este paréntesis fue un espejismo. Media hora después, todo el mundo volvió a lo suyo: disfrutar del vi pagès, la sobrasada y el butifarró en torno a las bañeras y los amigos.
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