Según apunta Pere Valera, responsable de la Cofradía de Pescadores de Eivissa, los datos muestran que el sector camina «a la baja por varios motivos». Entre ellos destaca la ausencia de un barco de arrastre durante la temporada y de otra embarcación por la enfermedad de su patrón; el aumento de la temperatura del mar, lo que ocasiona que «el pescado busque aguas más frías»; y las primeras inspecciones petrolíferas realizadas en el Mediterráneo.
Sobre este último factor de riesgo, Valera advierte que «el tema de los sondeos va a afectar bastante» al colectivo. «En Mallorca desapareció durante toda una temporada la gamba cuando pasaron el cable de luz subterráneo. Hablamos de un hecho puntual por un cable, pero ahora hablaríamos de cañonazos y perforaciones. El tema de los sondeos nos afectará y, además, creemos que la reducción de capturas se debe al aumento de las temperaturas. Los peces tienen un ‘termómetro' incorporado y buscan aguas más frías».
Por eso, afirma el responsable de la Cofradía de Pescadores de Eivissa, «iremos cogidos de la mano con Alianza Mar Blava»: «Somos un colectivo cada vez más olvidado y necesitamos de una fuerza grande y de expertos como los que tiene Mar Blava». Aun así, Pere Valera reconoce que «dentro de lo malo», el sector ha salvado el ejercicio. «Al final la temporada no ha sido mala, hemos vendido todo», manifiesta.
Desde el puerto pesquero de Sant Antoni también valoraron con reservas la temporada estival. Su patrón mayor, Antonio Riera, reconoce que el mercado «ha sido un poco flojo», aunque no sabe a qué atribuirlo. «No ha sido una temporada para tirar cohetes, pero no ha sido mala del todo. El tiempo no ha acompañado, pero no podemos culpar a una u otra cosa. Ni los biólogos saben a qué atribuirlo», sostiene.
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Esta vez no dan la culpa a los pescadores que practican pesca submarina a pulmón libre, que tantas veces intentan quitársela de encima para quedarse solos pescando. Siempre quejandose, y después dicen que no ha ido tan mal.