La isla de Eivissa tiene una extensión de 572 km² y sus distancias máximas son de 41 kilómetros de norte a sur y 15 de este a oeste. Parece un espacio pequeño, pero da para mucho, como, por ejemplo, acoger 17 mercadillos de todo tipo, desde productos de segunda mano, hippies o artesanales a productos biológicos.
Estos mercadillos se han convertido en uno de los atractivos turísticos de la Isla. Son muchos los visitantes que acuden a ellos durante el verano en busca de gangas o productos originales con un toque hippie que les recuerde su paso por Eivissa. «Me encanta pasear por los puestos y siempre acabo comprando algo porque encuentro cosas que no hay en la Península», explica Julia, una turista madrileña de paseo por el mercadillo de Sant Rafel, que se celebra los jueves por la tarde.
Su comentario es el resumen de la opinión de muchos visitantes. «Llevamos cinco días en Eivissa y ya hemos visitado cuatro mercadillos, como el de Las Dalias y el de productos de segunda mano de Sant Jordi, y no hemos parado de comprar cosas», asegura Jörg, un joven aleman que visita la Isla junto a su novia.

«Nada igual en el mundo»
Precisamente uno de los mayores atractivos de nuestros mercadillos sea su amplia y diversidad. «He viajado por muchos países pero en ninguno he visto que en tan poco espacio haya cosas de segunda mano, productos hippies, productos artesanales, alimentos biológicos e, incluso, uno con masajes y clases de yoga gratuItas», explica entusiasmado Marcelo, un argentino de la ciudad de Rosario.
En este sentido, este sector ha experimentado un gran auge en nuestra Isla. Actualmente hay 17 activos y casi en cada en cada pueblo existe un mercadillo con diferentes ambientaciones y productos. Además, casi todos se intentan compenetrar para no coincidir en sus días de celebración haciendo que todos los días de la semana haya uno. Incluso, algunos, como los puestos del Puerto de Eivissa, la playa de Figueretes en Vila o del Passeig de ses Fonts de Sant Antoni, están abiertos todas las noches.
Incluso, a pesar de la crisis económica, este año se han creado tres nuevos. El primero en hacerlo fue el mercadillo interactivo de productos biológicos que se puso en marcha en Forada, junto al bar restaurante Can Tixedo, en la carretera de Sant Rafel a Santa Agnès. Comenzó a celebrarse los sábados por la mañana pero ahora se celebra por la noche con una veintena de puestos. Después, en la plaza del Mercat Vell de Vila, se creó Natural Is, una iniciativa de Healing Ibiza que los sábados por la mañana incluye una mezcla de productos ecológicos aptos para beganos con terapeutas, profesores de yoga, maestros de Tai Chi o Chi Gung o músicos. También, hace unos días vió la luz el Gorila Hippy Market, situado en la bahía de Sant Antoni, a 30 metros de la Punta Pinet. Abrirá los martes y jueves por la tarde y los domingos todo el día y ya ha anunciado que tendrá un servicio de barco taxi y de autobús que saldrá directamente desde el centro de Sant Antoni. Finalmente, Benirrás también ha anunciado que tendrá mercadillo. Será los miércoles y domingo por la tarde.

«Morir de éxito»
Sin embargo, no todo el mundo ve bien tanta oferta. No son pocas las voces que creen que al final Eivissa puede «morir de éxito con tanto mercadillo». Algunos de los artesanos que participan en varios ya han alzado la voz ante tanta proliferación. «No sé si está muy bien que haya diecisiete mercadillos porque al final la gente se cansará de ver siempre lo mismo, no encontrará nada nuevo y apenas comprará cosas», explica uno de ellos.
Otros son incluso más críticos. «Cuando apenas había puestos todos éramos artesanos con productos originales, pero ahora todo eso ha cambiado, y cada vez se venden más productos que no tienen nada que ver con el espíritu de antaño y con el sentimiento hippy con el que comenzó todo», explica uno de los más veteranos.