María Costa tiene 82 años y desde hace casi sesenta regenta Can Cosmi, la tienda y bar situados en la plaza de Santa Agnès. Por sus ojos ha visto pasar el esplendor y actual caída en desgracia del almendro, el árbol más tradicional del Pla de Corona, pero pocas veces un inicio de año tan raro como éste.
El motivo es que la flor del almendro se ha retrasado sobremanera. Por el valle se ven algunos árboles que ya han florecido, pero la mayoría tienen sus ramas desiertas, y eso desconcierta a María. «Este año está siendo muy extraño porque aunque no hay casi flores si he visto ya algunas almendras tiernas y tan ‘grandecitas' como mi dedo», asegura la veterana vendedora mientras toma una manzanilla en compañía de su hija Catalina.
Una situación que ha podido ser causada por las condiciones meteorológicas que ha tenido Eivissa durante el mes de enero. Según María, «los almendros necesitan frío para florecer, pero en Navidad hemos tenido temperaturas muy altas, provocando incluso otras cosas anormales como el que nacieran de estos árboles hojas verdes y tiernas en enero».
En desgracia
Sin embargo, María también tiene otra teoría bien distinta: «El que no salgan las flores también puede ser porque ya se no recolectan las almendras en agosto y septiembre, dejando que se sequen, y provocando que el árbol ya no tenga el funcionamiento que siempre ha tenido».
Algo que es debido a que ya prácticamente nadie se dedica a coger almendras en el Pla de Corona. El fruto parece haber caído en desgracia y el árbol ha quedado como un elemento meramente decorativo debido a sus bonitas flores.
«Es una pena porque yo, que soy de familia de casa de campo y me he criado con almendros, higueras y algarrobas, he estado acostumbrada toda la vida a que la gente de Eivissa hiciera dinero con estos frutos», afirma María con cierta nostalgia en la mirada.
Tal es así que su hija Catalina, de 55 años, asegura con una gran sonrisa: «Fíjate si hace tiempo daba dinero tener almendras que la primera bicicleta que tuvimos mi hermana y yo, cuando teníamos nueve años, nos la regalos mi abuelo, el padre de mi madre, con el dinero ganado con ellas».
Por eso María afirma que «las administraciones, o quien fuera, tendrían que intentar dar más ayudas a quien quisiera volver a recolectar este fruto, un producto que siempre ha sido muy característico de esta zona de Eivissa».
En este mismo sentido también se manifiesta Antonio Costa, dueño del bar y tienda de comestibles que hay en la carretera antes de llegar a Santa Agnès. Él también lleva toda la vida en el lugar, ya que el negocio lo puso en marcha su abuelo,;luego lo regentó su padre y ahora él, y por eso, sus ojos han visto pasar múltiples inviernos envueltos en hojas blancas. Sin embargo, está de acuerdo con María: «No había visto en mi vida que las flores se retrasaran tanto y esto puede que sea por el tiempo que ha hecho y porque nadie siembra ni recoge ya almendras en la zona».
Una situación que se debe, según este vecino del Pla de Corona, a que «actualmente se está pagando por la almendra dura 40 céntimos el kilo y por la blanda 60, muy poco para todo lo que cuesta ponerla en el mercado, ya que no sólo hay que recolectarla de los árboles, sino, además, pelarlas, que es lo que más trabajo da, y después dejarlas secar».
Por eso, según Antonio, «la mayoría de los almendros de la zona son de los ‘antiguos antiguos' y queden sólo para que luzcan sus flores en invierno. Y si, encima, como pasa este año, tampoco tenemos flores, pues no te puedo decir otra cosa nada más que que el valle está triste».
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