Por las manos de Joan Torres Riera pasa diariamente buena parte de la historia de Eivissa. No en vano el dueño del taller de Can Beia se ha convertido con apenas 40 años en todo un experto en restaurar muebles antiguos tradicionales ibicencos y en reconstruirlos tal cual eran.
Una aventura que comenzó, como él mismo dice, casi por casualidad «ya que cuando trabajaba por las tardes con mi padre, que era profesor en la Escuela de Artes y Oficios, no teníamos tiempo para entregar la carpintería de obra y decidimos dedicarnos a la restauración».
En este sentido recuerda con nostalgia que su primer trabajo fue «en el homenaje a los hermanos Murenu por ser de los pocos ebanistas que había en Eivissa». Desde entonces no ha parado de trabajar con mobiliario típicamente ibicenco restaurando, entre otras cosas, la figura de San Carlos en la iglesia del municipio, colaborando en la creación de la maqueta que se hizo de la ciudad de Eivissa al ser nombrada Patrimonio de la Humanidad y en la fabricación del retablo de la iglesia de Sant Mateu.
Un trabajo que hace de manera vocacional ya que se siente «muy orgulloso de recuperar parte de la cultura popular de nuestro pueblo». Algo que según Torres no es tarea nada fácil «ya que en Eivissa existía la tradición de que cuando morían los mayores su mobiliario desaparecía con él y aquí, salvo la caja payesa, no había mucha tradición de muebles».
Por eso, Torres, que se ha estudiado libros de historia de la carpintería de todo el mundo y de Balears, asegura que «la mayoría de los muebles que restauramos son de estilo isabelino y chapeado en caoba y venían desde Palma y desde la Península, que era donde había dinero y posesiones».
Algo que hace que su labor sea ardua y requiera mucha paciencia. Sobre todo en el caso de la restauración ya que «hay que hacer un estudio de la pieza en sí, averiguar el estilo, la procedencia, su estado y lo primero hacer una desinfección de carcoma». En dicho proceso de recuperación Torres asegura que «hay que ser lo más cuidadoso posible con la estructura, intentando recuperar al máximo las piezas originales para no desmerecer el original, y sobre todo con el acabado que puede ser de marquetería, incrustaciones de taracea, de marfil o estaño».
Nuevo reto
Ahora tiene por delante un nuevo reto. «Hacer todo el mobiliario de un agroturismo en base a reproducciones de mueble básico, de estilo portugués, isabelino y barroco simplificado con maderas nobles y con acabados lo más tradicionales posibles», afirma orgulloso Torres.
Algo que tiene más mérito ya que este joven, que estuvo ocho años cursando ebanistería, decoración y todo lo relacionado con el mundo de la madera, trabaja «junto a José, Adrián, y el canario Samuel en el mismo taller que fundó su abuelo en 1956 y usando los mismos utensilios y máquinas heredadas de él ya que con ellos es como se consigue el toque especial que tienen los muebles hechos a mano»
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