Con muchas sonrisas y con algún que otro lloro ayer comenzó un año más el curso escolar para los alumnos de 3, 4 y 5 años de los ciclos de Infantil y Primaria de las Pitiüses.
Por eso, la actividad en los centros educativos de Eivissa, era frenética a eso de las nueve de la mañana. Durante cerca de media hora las carreras y los despistes a la hora de encontrar las aulas se convirtieron en la estampa común en muchos de ellos, sobre todo entre los padres de los niños de 3 años que fueron los que ayer tuvieron su primer contacto con un colegio.
Por eso en algunos centros como el Colegio Público de Sant Jordi, en el que según su directora, Cecilia Plaza, «hay matriculados 24 alumnos en el primer curso de Infantil del total de los 215 totales que darán clase este curso», a los más pequeños se les había preparado una gran fiesta de bienvenida a partir de las nueve y media de la mañana.
Además, divididos en dos grupos y en distintos horarios, también se les organizaron una serie de actividades especiales, dentro de lo que ahora se conoce como 'período de adaptación' y en las que participaron pequeños como Alex, Amelie, Ariadna, Oliver, Silvia, Víctor, Bruno, Juliana o Xicu, que se portaron como auténticos 'jabatos' ante su nueva experiencia.
Según Pilar Méndez, su nueva profesora de infantil, con dichas actividades lo que se trata es que durante los dos primeros días «los niños pasen el día tranquilos y se vayan comenzando a familiarizarse con personas, espacios y materiales diferentes a los conocidos en su ámbito doméstico, hasta que ya el próximo 15 de septiembre acudan el grupo entero en horario normal».
Algo parecido pasó con los alumnos de tres años que pisaban por primera vez las instalaciones del colegio público Sa Graduada de Vila.
En este centro ayer comenzaron un total de 50 niños, divididos en dos grupos de 25, que junto a su profesora, Pura, tuvieron su primer contacto con las aulas y con las instalaciones del centro, siempre de la mano de sus padres.
Algo que no necesitaron algunos de los que ya son 'veteranos' en esto de ir al colegio cargados con sus mochilas. Al contrario que los pequeños, para la mayoría de ellos era un día muy feliz porque tras un largo verano, por fin volvían a ver a sus amigos de clase.
Pero, sin embargo, algunos de los más contentos eran muchos padres, entre los que reinaba un sentimiento de tristeza por dejarlos ir y de liberación de que llegara de nuevo por fin el colegio. Y es que, como aseguraba Julia, «aunque me encanta estar con mis hijos, en verano es difícil estar con ellos todo el tiempo que están de vacaciones, e incluso, para ellos y para nosotros se hace largo».
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