Manuel Sarmiento va en silla de ruedas y Luis Ibáñez, es ciego y siempre va acompañado de su fiel compañera Timba. Son amigos, residentes de Vila y todas las mañanas tienen que superar una serie de barreras por las calles de la ciudad.
Eso sí, siempre con una sonrisa y una broma. Y es que si al ir a cruzar por uno de los pasos de cebra del carrer Fray Vicente Nicolau, encuentras por un lado una pequeña inclinación para pasar la silla y, justo enfrente, a apenas a veinte metros un bordillo infranqueable, lo mejor es tomárselo con humor.
Pero no es para tomárselo en broma, ya que es algo bastante frecuente en algunas zonas donde pasar de lado a lado es toda una expedición, para usuarios como Manuel, que tienen que «acabar andando un buen trecho por la calzada». Algo que se agrava aún más «cuando al cruzar te encuentras con un vehículo invadiendo el paso, y entonces... ya que si es una locura». En este sentido, Luis sale algo más airoso porque Timba «siempre busca el mejor hueco para que no tenga problemas».
Alcantarillas
Otro de los obstáculos son las alcantarillas. Hay algunas, que son tan anchas, que en ocasiones las ruedas se encajan provocando serios problemas. Y eso por no hablar de las zonas estrechas de Vila, como Vía Romana o Vía Punica, donde como cuenta Manuel, «no cabe la silla por los árboles y las farolas y también hay que circular por medio de la calzada». Algo que también es un problema para los invidentes, pues como dice Luis, «al no caber con mi perra guía tengo que ir en fila india detrás de mi mujer y eso es un auténtico lío».
Sin embargo, las calles no son las únicas que ofrecen barreras, ya que como afirma Manuel «muchos comercios tampoco son accesibles para los usuarios con silla de ruedas y para las personas ciegas». El caso más flagrante es el de un negocio situado al lado del colegio Portal Nou de Vila, que en sus dos entradas tiene dos escalones difíciles de subir incluso para personas sin discapacidad física.
Y eso por no hablar del transporte público. A las habituales quejas de los ciudadanos de la isla, Manuel y Luis añaden que «no están adaptados, ya que sólo los que van a Es Pratet, están pensados para nosotros».
Afortunadamente, donde si parece que se empieza a pensar en ellos es en los cines y en el Recinto Ferial de Eivissa y es que como afirma Manuel siempre con su sonrisa en la boca, «aunque hay muchas cosas que mejorar, no todo es malo en Eivissa, ya que gracias a la instalación de ascensores podemos acudir al cine».
Sin embargo, algo que ambos se afanan en recalcar es la falta de información por parte de las instituciones pitiusas. Sarmiento, por ejemplo, se ha tenido que mudar porque «el portal en el que vivía antes no estaba pensado para una persona con discapacidad y en ese momento echamos en falta que alguien nos pudiera aconsejar en el tema de ayudas o subvenciones para esto y, para otros temas como el coche, que también tiene que estar adaptado a nuestras necesidades».
Algo que se antoja fundamental, porque como asegura Manuel, cuando tienes una discapacidad «lo primero que aprendes es que tienes que adaptar tu vida». Pero eso sí, siempre con su sonrisa y su sentido del humor.
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