La hermandad de los legionarios, durante el acto de arriada de bandera. | Arguiñe Escandón

El calor que hacía ayer a mediodía en Sant Llorenç era, cuanto menos, afirmante, además de ser lo más comentado entre los vecinos, que se afanaban por buscar un hueco en la escasa sombra que había en la plaza de la iglesia. Minutos después de la una de la tarde, la misa, oficiada por el obispo de Eivissa Vicente Juan Segura, concluía. Los vecinos, que se encontraban dentro del templo comenzaban a salir formando un paseillo por donde pasaría minutos después la comitiva procesional. Mientras, en la plaza de la iglesia, Manuel, un turista colombiano que había llegado a los festejos en autobús se interesaba por los dulces típicos. «¿Dónde se pueden probar esas tortas que dan?», preguntaba curioso, sobre las orelletes y los bynyols que son típicos en estos días de fiestas patronales, y que no faltaron al acabar la procesión.
El recorrido era breve, lo cual se agradecía por el sofocante calor que no cesaba. Los primeros en salir de la iglesia fueron las imágenes de los santos, llevados por los vecinos. Tras la procesión, la Hermandad de los Antiguos Caballeros de la Legión de Eivissa y Formentera marchaban con su característico paso que llamaba la atención a los más pequeños, que lo imitaban con gracia por la plaza de la iglesia. En formación, los legionario realizaron la arriada de la bandera que ondeaba al sol. Una vez doblada y recogida, los estandartes de los legionarios bajaban para concluir el acto con «¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!». Uno de los asistentes a modo de provocación soltó un «¡Visca Catalanya!», al que alguien añadió «¡Visca Eivissa!». Todo esto quedó en una simple anécdota. Es la primera vez que este grupo de legionarios realizan este acto en el día del patrón de Sant Llorenç. «Antes lo hacíamos en Jueves Santo y este año en el día del patrón. Lo hacemos en recuerdo de nuestros días en la Legión, no tiene connotaciones políticas», comentó el legionarios José Luis Holguín González.