Abogados, futuros profesores en Educación Infantil, Matemáticas o Biología son algunos de los diferentes perfiles de los monitores de las escuelas veraniegas del Ayuntamiento de Eivissa que día a día ponen todo su esfuerzo, interés y sobre todo ilusión para trabajar con los niños que acuden de lunes a viernes a las instalaciones de Sa Graduada y Sa Blanca Dona entre los que se reparten los 66 monitores. En el primero de estos centros educativos se encuentran Javier, Maria Antonia, Paula, Miquel y Elisabeth que si bien trabajan o estudian en sectores tan diferentes como las ciencias naturales o la abogacía tienen en común conseguir que los pequeños se diviertan y aprendan tanto dentro del cole como con las excursiones a la playa o al parque de bomberos, por ejemplo.
«El objetivo es que se lo pasen bien, que entiendan que no es un 'cole' como el de invierno. Tienen que disfrutar del verano», comenta Elisabeth Molina, mamá y monitora de tiempo libre también en invierno. Y quizá sea esa concepción veraniega sobre el 'cole' lo que vuelve a los más pequeños algo revoltosos: «Eso es lo más complicado de este trabajo. Los niños saben que vienen para dos meses y su actitud no es como la que tienen en el colegio de invierno; van un poco más a lo loco, pero también es normal», cuenta Paula Riera, estudiante de Magisterio en Educación Infantil, quien asegura que la experiencia en las escuelas de verano le ayuda a conocer un poco más su futuro profesional: «Aprendo muchísimo no sólo con el trabajo con los niños sino con el contacto con los padres o las labores con el resto de mis compañeros», precisa.
Si bien el perfil de monitores que más abunda está vinculado al sector de la educación, también se pueden encontrar otras muchas personas de disciplinas como Matemáticas, como Miquel Torres; Biología, como Maria Antonia Serra o Derecho, como Javier Azkoiti, que es abogado. «Es el primer año que estoy en las escuelas de verano. Me he apuntado porque creo que en un futuro puedo ser profesor», explica Miquel. Maria Antonia, por su parte, asegura que repite como asistente de niños con necesidades especiales porque es una labor muy gratificante: «Los niños con necesidades especiales tienen una persona de apoyo. Este año me ha tocado con la misma persona que tuve el año pasado y la verdad es que es muy bonito porque se acuerda de juegos y de bromas que tenemos», cuenta Maria Antonia. Javier, por su parte, recuerda que el primer año de escuelas de verano no sabía cómo plantear los objetivos ni hacer la programación: «Venía de otra disciplina que no era educación, por eso me costó más. Poco a poco lo fui pillando y cada año me lo paso mejor. Además, entre monitores nos ayudamos mucho».
Y es que a la parte más lúdica de las actividades que tienen lugar en las escuelas de verano hay que sumar la vertiente más didáctica: «Hay una serie de objetivos que cumplir. Si los niños no se conocen, por ejemplo, hay que fomentar que socialicen entre ellos, al tiempo que hay que conseguir una buena convivencia y normas básicas, como el respeto entre compañeros», explica Javier.
En lo que coinciden estos monitores es que si bien les toca trabajar los meses de verano se divierten con lo que hacen: «Nos lo pasamos muy bien», puntualiza Eli.
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