Entre triste y contenta, Helen Watson apenas duerme estos días previos a su despedida como cónsul de Reino Unido en las Pitiüses, isla en la que aterrizó en 1971 como guía del operador Thomson. Llegada al cargo el 4 de abril de 1982, el equivalente británico a nuestro 'Día de los Inocentes', se marcha tras haber sido el rostro y el cerebro de la oficina consular en Vila durante 28 años. No dejará la vida pública. Pronto sustituirá a José Colomar al frente de la Asociación contra el Cáncer de Eivissa y Formentera. Y es que, como ella misma dice: «El día en que no me levante a los ocho de la mañana, es que ya no me levanto».
-¿En qué ha consistido su tarea como cónsul durante todo este tiempo?
-Lo más importante es ayudar al ciudadano británico, tanto al que es residente aquí como al que es turista. Esto puede ser desde ir a visitar a alguien al hospital a hacer un nuevo pasaporte si lo ha perdido. En los casos más graves nos ponemos en contacto con las familias. Básicamente se trata de cuidar de una persona cuando está fuera de su país, pero no demasiado; más bien es ayudarles a que se ayuden indicándoles qué hacer.
-En una carrera tan larga, habrá algunos momentos especialmente significativos, tanto para lo bueno como para lo malo.
-Uno de los momentos más emocionantes fue conocer al príncipe William y a su novia Kate cuando vinieron a Eivissa hace dos años. También lo fue cuando, en el 2000, recibí de manos de la reina la medalla como miembro del Imperio Británico en reconocimiento al trabajo realizado aquí. Fui al Palacio de Buckingham con mis padres y mi marido, fue un momento muy emotivo. De los momentos tristes, prefiero no hablar.
-¿Qué impresión tienen los británicos de los ibicencos y qué sensaciones cree que despiertan los ingleses en los pitiusos?
-Los británicos saben que es un privilegio vivir aquí y ellos se comportan en función de eso. Son muy solidarios. Por ejemplo, la Asociación contra el Cáncer de Eivissa y Formentera mayoritariamente está formada por los británicos, aunque sea para todos los que viven aquí.
Respecto a quien viene de vacaciones, hay de todo. Está el joven que lleva todo el curso esperando a acabarlo para venir aquí y pasarlo bien, y por otro lado, las familias, que también esperan todo el año para poder viajar de vacaciones a Eivissa. En Reino Unido, la isla no es solamente fiesta, también viene mucho turismo familiar. Las familias británicas son unos turistas muy fieles a Eivissa y empiezan a venir en mayo y acaban en octubre. Eso a veces se olvida.
-¿Qué imagen cree que se tiene aquí de los británicos?
-La que venden los periódicos.
-¿Demasiada fiesta, descontrolados...?
-Sí. Pero si se piensa que de Reino Unido vienen al año unas 700.000 personas en seis meses, son muchos. Somos el 32% del turismo que viaja aquí. ¿Qué porcentaje de esta gente causa problemas? Es muy pequeño.
-¿Resultará bastante molesto que muchas veces se relacione de forma automática la figura del ciudadano británico con la del 'hooligan'?
-El 'hooligan' es una cosa del pasado, de hace 20 años. Es algo ligado al futbol, no es un grupo de chicos en la calle, bebiendo cerveza y cantando una canción. Hay mucha diferencia.
-Habla de hace 20 años. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de la evolución de la Isla en este tiempo?
-Hace 20 años no había tantos hoteles. Antes la gente venía para una o dos semanas, ahora es menos tiempo pero más a menudo. En ese sentido, estoy muy contenta de que este invierno se haya puesto un vuelo directo por Ryanair, algo que no sólo es bueno para los británicos. Si este año siguen con los vuelos será bueno. Eso sí, siempre que haya oferta; porque si se viene aquí y no hay nada abierto...
-Eso es algo que también debe mejorar.
-Cuando yo llegué para trabajar aquí lo hacíamos todo el año. En invierno se tocaba más el público mayor, algo parecido a los viajes del Imserso, pero entonces la gente venía para un mes o seis semanas, y trabajábamos muy bien todo el año. No recuerdo cuando eso dejó de funcionar.
-¿Qué tal ha sido su relación durante todo este tiempo con las autoridades locales?.
-Ha sido muy buena. Siempre que les he llamado me han hecho un hueco en su agenda. Estoy orgullosa de haber trabajado con ellas.
-No quiere hablar de los malos momentos. ¿No ha habido alguna situación de la que se sienta más satisfecha por lo que pudo hacer por un compatriota?
-No quiero destacar ninguno porque no deja de ser un trabajo muy triste. Si al final del día alguien te dice 'gracias', sabes que has hecho bien tu trabajo. Incluso si no lo hace, puedes saber que has hecho todo lo que estaba en tus manos y sentirte orgullosa.
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