Ya lo dijo enérgicamente sobre el escenario Pete Tong como si estuviera a los micros de la BBC 1: «¡Dalt Vila is great!», espetaba a un público entregado a los ritmos más techno. El escenario del concierto, que cerró la segunda edición del Internacional Music Summit (ISM 09), era el baluarte de Santa Llúcia. La imagen era insólita: la Catedral de Dalt Vila quedaba a la izquierda del escenario que estaba decorado con el cielo del atardecer. Sin duda, esta zona del Patrimonio de la Humanidad estaba más acostumbrada a los acordes del jazz que a los ritmos 'cañeros' de Filthy Dukes, primero, y más tarde de Basement Jaxx, que no permitieron que el público dejara de bailar ni un instante. Eso sí, los varios siglos de historia de Dalt Vila se entendieron a la perfección con los ritmos más modernos y parecía algo habitual ver allí este tipo de actuaciones.

La banda británica Filthy Dukes sirvió de anticipo. Fueron teloneros de los protagonistas, con su estilo rock lleno de beats y ritmos electrónicos.

A las diez de la noche el baluarte de Santa Llúcia estaba lleno de público bailando los ritmos techno que salían de los platos de Pete Tong, que además de fundador del ISM fue el encargado de dejar 'calentito' al público para Basement Jaxx. El dúo, Simon Radcliffe y Felix Buxton, que integra Basement Jaxx derrochó toda su energía, al principio con más fusión y en algunos momentos con pureza electrónica. La banda que les acompaña en sus directos completa el show a la perfección: varias cantantes con impresionante voz, un batería, un percusionista y un trompetista arropaban los punteos de Radcliffe y los samples de Buxton. Además, divertía y animaba hasta el infinito la puesta en escena de esta variopinta banda que es Basement Jaxx.

Jump and shout fue una de las canciones que más hizo botar al público ya totalmente conquistado. Varios minutos después de la media noche los ritmos 'Jaxx' se silenciaron y la calma volvió a la histórica Dalt Vila.