Leticia Madrazo Arconada, psicóloga de profesión, ejerce de orientadora de infantil y primaria en un colegio de Madrid. Este fin de semana ofrece el curso «Cómo mejorar la relación con nuestros hijos», que organiza la FAPA.

-¿Cómo se mejora la relación con los hijos?

-Casi todo está englobado en la comunicación y la familia. El tema de límites y normas y la expresión de los sentimientos también es importante. Del estilo de comunicación también surgen los distintos estilos parentales. Depende de cómo se comportan los padres hay unas consecuencias en los hijos. Los padres somos modelos para los hijos. Dentro de la comunicación, a diferencia del estilo pasivo y agresivo, se trata de cómo ser asertivo y técnicas asertivas para mejorar la comunicación.

-¿Comparte la opinión de muchos profesores de que los padres se implican poco en la educación de sus hijos?

-Hay de todo. La tendencias es que como los padres trabajamos más horas y tenemos menos tiempo, se está delegando mucho y parece que el principal educador tiene que ser la escuela. Hay padres muy involucrados en la educación de los hijos, también hay padres superprotectores.

-Da la sensación de que los niños no tienen límites y pueden hacer de todo. ¿Qué límites hay que establecer a un niño?

-Estoy de acuerdo en que cada vez tienen menos límites. Es muy importante que el padres y la madre estén de acuerdo en los límites que han de establecer a sus hijos. Que sean consecuentes, si han establecido dos o tres límites que sean claros y que los hijos lo sepan. Cuando se incumpla un límite tiene que haber una consecuencia y no tiene que ser necesariamente un castigo. Los padres han de actuar sin necesidad de gritar y ponerse nerviosos.

-¿Qué consecuencia es alternativa al castigo?

-Escuchar y cuando sean un poco más mayores que escriban, por qué cree que ha hecho eso. Muchas veces, sobre todo en las peleas entre hermanos, cuando los niños escriben expresan sentimientos de porqué hacen determinadas cosas. Que los chavales tengan dos minutos para pensar y escribir.

-¿Y en niños pequeños que no saben escribir?

-Un niño de dos años, que está en la edad de las rabietas y del no, tiene que entender que eso no se hace, quitarlo físicamente de esa situación y le pones como en una silla de pensar, que se siente ahí hasta que se tranquilice. Se le puede decir que piense lo que ha hecho, aunque no tenga la capacidad de un niño de ocho años. Cuando sabemos que se le ha pasado puede volver a la situación.

-El castigo físico está penalizado pero algunos padres piensan «si le hubiera dado una bofetada a tiempo».

-Así es como hemos sido educados nosotros. Para determinadas cosas con nosotros ha funcionado pero hay que ver cómo ha funcionado. La mayoría de nuestros padres tenía un estilo parental más autoritario, como esto es así porque lo digo yo y ese era su razonamiento. Nosotros hemos asumido normas pero no las hemos interiorizado. La oposición a esas normas ha sido mucho mayor.

-¿Cómo serán las nuevas generaciones porque se ha pasado de un modelo autoritario a otro más basado en la reflexión con un giro de 180 grados?

-Tendrá que pasar la siguiente generación. Hemos estado a un lado del péndulo y se ha ido a otro en el otro extremo en el que todo vale en el que a mis hijos no les pongo normas, límites, que hagan lo que quieran. Tendrá que llegar al centro del péndulo. Están saliendo niños muy tiranos, con intolerancia a la frustración y no les puedes decir que no, que están surgiendo de unos padres más bien pasivos y negligentes con las normas. Tiene que haber unos límites y una forma de funcionar sobre unos valores.

-Con todos los crímenes cometidos por los adolescentes y tanta agresividad, ¿Hay qué replantearse otro modelo de sociedad?

-Si, hay familias en los que niños perciben mucha agresividad dentro de casa y otras en las que pueden hacer de todo porque no pasa nada. En ninguno de los dos interiorizan las normas. ¿Qué límites tienen esos niños? Habría que replantearse los pilares de la sociedad y cómo queramos que sean de adultos. La educación no sólo está en manos de los colegios sino de los padres que son los que educan en valores.