BÀRBARA MUNAR

Pese a lo que muchas personas piensan, los niños autistas sienten, aman y sufren igual que las demás personas, sólo que no saben expresarlo de la manera a la que el mundo está acostumbrado. Un niño dice a sus padres que les quiere, los busca para jugar con ellos y les sonríe. Sin embargo, un niño autista no sabe la forma de comunicar que los ama, pero los padres lo pueden notar porque busca estar donde están ellos, juega (en lo suyo) pero a su lado y su estado de ánimo cambia cuando los padres se acercan.

El autismo es un síndrome que estadísticamente afecta a cuatro de cada mil niños. Es un desorden del desarrollo del cerebro que comienza en los niños antes de los tres años de edad, provocando un comportamiento restringido y repetitivo. Según, la psicóloga infanto-juvenil de la Asociación Pitiusa de Familiares de Personas con Enfermedad Mental, Monste Rovira, se trata de una enfermedad que tiene unos altos niveles de cura si se diagnostica antes de los 18 meses. Sin embargo, pese a que «ahora empiezan a haber enfermeras y pediatras que tienen una formación específica para detectarlo», el problema de Eivissa, y del resto del país, es que la especialidad de psiquiatría infantil no está reconocida y hay muy pocos especialistas que puedan reconocer esta enfermedad. En este sentido, Rovira asegura que ésta es una de las principales demandas de la asociación. Por este motivo, los padres tienen un papel fundamental a la hora de participar en la detección de esta enfermedad.

Según la psicóloga, los progenitores deben fijarse en si los bebés responden a los gestos de cariño con una sonrisa intencional cuando, por ejemplo, los padres juegan con él, también deben prestar atención en si alargan los brazos para que los cojan y si tienen gestos de contacto con los padres, en este caso, con toda probabilidad el niño no padece autismo. Si por el contrario, el bebé muestra rechazo a la interacción y al contacto, si evita el contacto con la mirada o si bien hace gestos repetitivos con las manos como muestra de un aislamiento, tiene síntomas de autismo. En este caso, Rovira recomienda acudir al pediatra o bien a la asociación donde se guiará a los padres.

Las causas del autismo se desconocen, pero muchos investigadores creen que es el resultado de un factor genético «que sólo se desarrolla en circunstancias ambientales muy concretas», un elemento que al mismo tiempo interactúa con algún agente ambiental. Por ejemplo, explica Rovira, que en el entorno cuidador (padres) haya habido una pérdida que impida ver las necesidades del bebé.

El síndrome de Asperger (AS) es muy similar al autismo de alto funcionamiento. Típicamente las personas con AS tienen un cociente intelectual normal y algunas pueden presentar una habilidad excepcional o interés en un área en particular. Sin embargo, las personas con AS pueden tener dificultad para usar este lenguaje correctamente en situaciones sociales. También pueden tener dificultad para comunicarse en formas no verbales tales como haciendo contacto visual, comprendiendo las expresiones faciales y usando las posturas corporales. Las habilidades sociales en general, tales como el desarrollo de relaciones y ajustarse a nuevas situaciones también pueden verse afectadas. No obstante, las personas con AS con frecuencia pueden aprender a lidiar con sus dificultades del mismo modo en que una persona aprende las tablas de multiplicar.