El conseller Joan Serra a la derecha y algunos de los miembros de la organización del IMS. Foto: SONIA GAITÁN

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on este titular y cuando se habla en Eivissa de música electrónica inmediatamente se piensa en las fiestas multitudinarias del verano. En esta ocasión se trata de algo serio, un congreso a nivel mundial para que la industria musical y en concreto, la música electrónica, y sus profesionales se reúnan, debatan y reflexionen acerca de su mercado y de las nuevas posibilidades. Serán tres días, del 28 al 30 de mayo, y tendrá lugar en tres hoteles que les servirá de escenario, el Atzaró, el Fenicia y el Pikes. Este «encuentro empresarial», como lo definió el conseller Joan Serra durante la presentación de esta iniciativa privada, afirmó: «es una buena idea que además sirve para reforzar la imagen de la música que sale de Eivissa», refiriendo a este estilo de musical que suponen uno de los pilares turísticos de la isla.

Durante el congreso estarán representantes de casi 400 empresas relacionadas con este sector y el evento tiene el apoyo de importantes marcas del mundo musical como: Pioneer, Sony, Universal y Mercury entre otras muchas. Además intervendrán representantes de las discotecas y fiestas más importantes como Pacha, Privilege, Amnesia, Space, Es Paradis, Edén, Circo Loco, Amnesia o incluso Ibiza Rocks, quienes debatirán sobre si este años será o no la temporada en la que haya que plantearse algunos cambios en la escena muscial ibicenca.

En esta ocasión Eivissa se convertirá «en la capital mundial de la música electrónica», según palabras de Joan Serra, pero en su versión más intelectual. Entre otros temas se reflexionará sobre las nuevas tecnologías, las vías de distribución y comercialización musicales, la producción y postproducción de audio y para todo ellos se ha buscado las personalidades más importantes a nivel internacional, incluso está previsto que acuda el director general de industria del Govern Balear. En el IMS habrá muchos debates pero también habrá alguna que otra fiesta, eso sí, de carácter privado.

Natalia Salazar