El tiempo de los carritos de la compra repletos de manjares y las comidas copiosas en compañía de los familiares y amigos más allegados, ya está aquí. Prueba de ello es el frenético ritmo de trabajo que invade durante estos días las tiendas que elaboran cestas de Navidad, cuyos empleados ultiman los detalles de lo que serán los regalos de gran parte de los trabajadores de las Pitiüses. Cava, licores, embutidos, turrones y el elemento estrella, el jamón de bellota o ibérico, son algunos de los productos que incluyen las tradicionales cestas en las que no puede faltar los vinos de la tierra y las hierbas ibicencas y que no llevan, en cambio, quesos, al no poderse envasar al vacío.

No obstante y debido al creciente aumento de la inmigración, se ha creado la necesidad de elaborar las cestas con productos adecuados para cada nacionalidad. «Hay empresas que de 50 cestas, veinte son para trabajadores musulmanes, por lo que no llevan alcohol, ni cerdo para respetar su religión», explica el propietario de La Casa de las Cestas, Juan José Piñeiro, que añade: «A cambio se sustituye el jamón o la bebida por turrones, licores y cava sin alcohol, embutidos que no sean de cerdo y, sobre todo, por mucho fruto seco».

Una tradición, la de las cestas, que desde la experiencia de Juan José Piñeiro, que lleva treinta años al frente del negocio, «se está perdiendo en beneficio de los lotes de empresa».

Por este motivo, ya se están buscando nuevas fórmulas de presentación sustituyendo la tan conocida cesta de mimbre por cofres de madera o incluso baúles que añaden un atractivo más a este regalo. Todo ello, sin olvidar que la tendencia es ofrecer cada año una mayor calidad, sobre todo en el jamón, aunque ello conlleve reducir la cantidad de productos.

Irene Luján