La concienciación ciudadana, los cursos en los colegios, los reclamos de ecologistas y asociaciones verdes y, por último, el acto de separar los residuos en cada casa, comercio y empresa de la isla confluyen en el funcionamiento de la planta de transferencia del Consell Insular encargada de enviar los residuos de separación selectiva hacia otras plantas de selección y reciclaje.

Del contenedor al camión y de allí a la planta, es el inicio de este camino que termina en distintos puntos geográficos de España pero con una misma finalidad: la de reutilizar la materia prima, es decir, de llevar a buen puerto el último eslabón de esta cadena.

En el caso del papel, cuya recogida se realiza mediante contenedor o con un servicio puerta a puerta para los grandes productores, una vez prensado en balas de 300 kgs, su ruta continúa en barco hasta Barcelona y después por carretera hacia Zaragoza donde la empresa de Saica lo recicla hasta devolverle su forma y utilidad original. «Una de las novedades es que en la nueva adjudicataria que funciona desde el mes diciembre, la empresa Balears Reciclaje S.A, Baresa, cambiará la prensa actual por una de mayor capacidad porque la recogida del papel es muy buena», aseguró el técnico del Servicio Municipal de Limpieza y Recogida del Ayuntamiento de Eivissa, Paco Muñoz.

En el caso de los envases, que según el técnico ha sido el residuo que más costó entre la conciencia ciudadana, después de ser prensado con un brazo mecánico en la planta, es enviado a la empresa Tirme, de Mallorca. Una vez allí, son separados de forma automática y manual, y continúan su andadura hacia otras empresas de la península que bien son plantas definitivas o bien siguen la cadena del proceso.

El destino del vidrio, es Barcelona y se envía a Ecovidrio, empresa con la que esta semana se intentará negociar un convenio, según aseguró el gerente de Baresa, Miguel Àngel Dora, con el fin alcanzar un acuerdo en cuanto a la subvención de la transmisión.

La andadura de la planta comenzó en Eivissa en el año 2003 con poco mobiliario urbano y con muy poca implicación por parte del ciudadano, por lo que la empresa que gestionaba la planta hasta finales del 2005, Cespa, en su balance anual, sólo contó «como buena» la actividad que esta planta registró desde el año 2004. Paco Muñoz destacó que a partir de entonces comenzó a registrarse un aumento de los porcentajes de recogida selectiva, de los cuáles la ciudad de Eivissa ocupa las dos terceras partes: «Esto ocurre porque es una ciudad, pero con el aumento del porcentaje se nota que la gente está cada vez más concienciada sobre el reciclaje». L.A.