S ant Antoni estará esta semana más cerca de las estrellas que
nunca. Desde ayer y hasta el próximo jueves, el I.B. Quartó de
Portmany sirve como base pare el observatorio móvil de la CAM que
lleva ocho años recorriendo gran parte de la geografía española. Se
trata una cúpula, una plataforma elevada y una mesa de trabajo
montadas sobre un pequeño camión.
Con este curso se pretende que los asistentes tomen conciencia
del lugar que ocupamos en el universo y que comprendan los
mecanismos estelares y planetarios que hacen posible la aparición y
el mantenimiento de la vida.
Luis Medina y Juanma Violero son los dos monitores de astronomía
encargados de impartir el curso y de guiar a los asistentes en sus
primeros pasos en el mundo de la observación estelar. Cielo
profundo, nebulosas o geometría celeste serán algunos de los
conceptos que manejen durante la clase previa a la observación.
Además, los asistentes toman el primer contacto con programas de
ordenador que les permite obtener información más allá de las
simples cartas astronómicas de cartón.
Una vez visto lo esencial sobre los libros, llega la hora de
proceder a la visión real. Para ello, el observatorio cuenta con
varios tipos de binoculares y un telescopio: «Con los binoculares
pequeños los alumnos pueden distinguir lo que son planetas de
estrellas y ver algo en el cielo que no sea una estrella y que
tenga un aspecto nebular», explica Luis Medina. Unos prismáticos
más grandes permiten distinguir cuerpos mayores y galaxias cercanas
o luminosas, mientras que el telescopio proporciona una visión más
profesional: «Si el cielo lo permite, durante estos días verán
Saturno, Jupiter, el Sol, la Luna, la nebulosa de Orión o el cúmulo
doble de Perseo, entre otras cosas», asegura Luis. Se trata de una
experiencia apasionante ver lo que estamos acostumbrados a hacerlo
en fotografías en directo. O no exactamente, pues el monitor señala
que la imagen que percibimos de la mayoría de estos cuerpos no es
la del presente debido a su distancia: «Por ejemplo, Saturno se
vería con unos 80 minutos de retraso; la Luna, con un segundo; y
Júpiter a unos 40 minutos. Y luego tenemos la nebulosa de Orión que
está a 1.500 años luz, así que estamos viendo la apariencia que
tenía 500 años después del nacimiento de Cristo», señala.
Iván Muñoz
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