El balance de cada temporada trae consigo un gran número de deberes sin hacer, de asignaturas pendientes para el próximo curso. Este año el boletín de notas ha sido especialmente malo.

1. Un puerto caótico.
La reordenación del puerto de Eivissa está en estudio. Al menos se ha abierto una posibilidad de solución al caos circulatorio, de personas y mercancías que sufre la zona portuaria cada día en verano, sobre todo en agosto.

2. La delincuencia.
Las formas de delincuencia están cambiando de tono. A pesar de que la Delegación del Gobierno asegura que han descendido los delitos, la realidad parece ser otra: ataques y robos en los domicilios de propietarios de discotecas, mafias que se dedican a explotar pedigüeños con alguna discapacidad, turistas avasallados por vendedores de droga y ladrones que les arrancan los Rolex de las muñecas... una lista interminable.

3. El turista que no gasta.
La temporada se presentaba difícil y los precios de los alojamientos cayeron por los suelos. Las ofertas han sido la tónica general para vender las plazas, razón por la que los beneficios no han sido tan buenos aunque la ocupación se haya mantenido. Los perjuicios no afectan sólo a las cadenas hoteleras sino también al comercio. Ni en rebajas ni fuera de ellas. Las ventas han sido bastante bajas. El turista que ha venido con ofertas baratas ha resultado ser de muy bajo nivel adquisitivo.

4. Caos circulatorio.
Este problema es ya clásico en las Pitiüses. Quizás este año se ha notado más ya que la mayor parte del turismo se ha concentrado en el mes de agosto. La presión del tráfico, los atascos y la falta de aparcamientos han colmado la paciencia de todos. Quizás las mejoras en las carreteras (desdoblamiento de la vía de Sant Antonia, la reforma de la de Sant Josep, un nuevo acceso al aeropuerto...) mejoren el panorama de cara los próximos años). Mención aparte merecen las infracciones de tráfico que, día a día, cometen los turistas, convencidos de que en Eivissa el caos es la ley.

5. La ciudad sucia.
La falta de limpieza en zonas como la Marina, Sa Penya y el centro de la ciudad de Eivissa ha sido otra vez una constante, sobre todo cuando más presión de turistas ha habido. Hay puntos de la ciudad que son auténticos estercoleros como los parkings de es Pratet. Nauseabundos olores junto a los contenedores, orines secos en las esquinas... Un panorama que debe cambiar con más civismo y más medios de limpieza.

6. Obras que no paran.
Los bandos municipales de paralización de obras durante la temporada alta comprenden del 30 de mayo al 1 de octubre. Este año, una vez más, aunque con mayor incidencia, se ha podido comprobar cómo los promotores se saltan esta orden a la torera y continúan levantando estructuras, provocando ruidos y polvo. Las horas de descanso se ven interrumpidas por sonidos de grúas y maquinaria.

7. El agua escasa.
No sólo el agua que sale de los grifos ha continuado siendo de una calidad nefasta este verano sino que los cortes de suministro se han repetido con demasiada frecuencia en zonas como Santa Eulària (Siesta y Cala Llonga ha sido dos de los puntos más afectados). Cada vez se hace más necesario mejorar el suministro. La nueva planta desaladora para Santa Eulària y la interconexión de las de Eivissa y Sant Antoni se han publicitado como la solución a los problemas del agua salada que sale por los grifos.

8. Inundaciones de nuevo.
Terminó la ola de calor infernal que azotó las islas y llegaron las lluvias torrenciales. No llovió durante una jornada entera. Bastaron unas horas para inundar de nuevo la ciudad, para volver a los malos olores, a los excrementos flotando por las calles, a las ratas ahogadas arrastradas por la corriente. La limpieza de imbornales no fue suficiente para afrontar la marea de agua. ¿La tercera fase de las pluviales acabará con el problema?