Teo Cardalda posa después de la entrevista. El cansancio y el temor de perder el barco no hicieron mella en su buen humor FOTO: MARCO TORRES

Nuestra vida y nuestros recuerdos están acompañados por melodías que forman nuestra particular banda sonora. Canciones que son ya parte de nuestra historia y que evocan sentimientos de todo tipo al escucharlas. Uno de esos grupos que nos ha hecho reír, llorar, emocionarnos, soñar y en definitiva vivir es Cómplices. Canciones cómo «Dama del Río», «Es por ti», «Ojos Gitanos» y otras marcan el sello inconfundible de este dúo gallego que lleva más de dieciséis años en la música española.

Con motivo de las Festes de Sant Jaume, Cómplices actuó ayer en la Plaça de la Constitució de Formentera junto a Aires Formenterencs.

Antes de partir hacia Formentera, Teo Cardalda, parte del alma de Cómplices, concedió una entrevista a la Cadena Cope. Teo llegó acalorado y cansado, en parte por el viaje y porque ayer fue el cumpleaños de su mujer, María Monsonís, la otra parte de Cómplices. Los dos estaban muy ilusionados porque aunque vinieron a Eivissa en el 92, no conocían Formentera.

Cardalda habló del nuevo disco que acaban de sacar. «Más que un disco, ha sido una terapia de grupo muy interesante, que al final se ha convertido en disco. La grabación fue una reunión de amigos con las cosas típicas del directo» comentó. Es un acústico grabado en el Teatro Jacinto Benavente de Galapagar. Es un repaso a la trayectoria del grupo a lo largo de estos años que cuenta con muchas colaboraciones. Presuntos Implicados, Àlvaro Urquijo (Los Secretos), Rafa Sánchez (La Unión) y muchos conocidos más.

Afirmó que sigue teniendo la misma ilusión que hace veinte años, a pesar de que «no es un momento bueno para la música».

Con cinco hijos en común y una manera diferente de tomarse la vida, Cómplices todavía tiene mucho que decir y hacer. En el concierto de ayer, como sorpresa, tocaron la canción que ha hecho su hijo mayor: «Deja que te odie». La música se lleva en la sangre y se expresa con el corazón.

S. M. Debelius