onsuelo Pardalet posa entre Juan Pardalet y Fernando. En el mercado de Santa Eulà ria.
Foto: K.T.
Al mercado no sólo se va a comprar. En ese espacio, clave en cualquier ciudad, los ciudadanos intercambian recetas, se quejan de los precios y charlan sobre cualquier tema de actualidad. Los pasadizos, abarrotados de pequeñas tiendas, se convierten en un foro en el que estos días se viven con especial intensidad. El trabajo de los comerciantes se duplica y el presupuesto de los consumidores comienza a descender peligrosamente. No puede faltar de nada: besugo, cordero, ostras o jamón ibérico son algunos de los manjares más demandados. En el mercado de Santa Eulària ya han superado la Nochebuena y, aunque queda por llegar la Nochevieja, los comerciantes aseguran que este año se ha vendido menos y más tarde. «Todo el mundo lo ha dejado para última hora, el año pasado teníamos más encargos», afirma Consuelo Pardalet, desde detrás del mostrador de la pescadería que lleva su nombre. A pesar del desastre del Prestige, las ventas de marisco en este punto de venta no han descendido. «Es más, la gente pregunta si viene de Galicia para comprarlo y apoyarles», añade Consuelo.
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