La estación depuradora de aguas residuales (Edar) de Eivissa vuelve a las andadas. Tras dos meses y medio de tranquilidad, los vecinos cierran de nuevo cada noche puertas y ventanas a cal y canto, herméticamente, para que el hedor no se cuele en sus casas. Algunos, que ya se habían acostumbrado a tomar la fresca en sus balcones, se encierran otra vez en sus hogares, con el mal humor de quien sale de un bello sueño y despierta a la cruel realidad.

El director territorial del Instituto Balear de Saneamiento (Ibasan), Ramon Mayol, ufano hace 10 semanas, admite ahora que la instalación vuelve a ser un foco de gases pestilentes, pero insiste en que el problema no tiene su origen en la planta de pretratamiento, en la que se ha efectuado una amplia renovación del equipo y se ha instalado un sistema de desodorización de coste multimillonario. La empresa encargada de ese trabajo se comprometió a no cobrar un euro si tras un nuevo estudio olfatométrico se demostraba que no había remitido el mal olor en al menos un 80 por ciento, algo que no se ha cumplido durante la última semana, según han podido percibir las pituitarias de los miles de residentes y turistas que pueblan esa área.

La culpa, dice Mayol, la tienen un cumulo de «varias pequeñas cosas», entre ellas la falta de previsión: el cloro que se utiliza en uno de los procesos químicos escaseó la pasada semana, de manera que el poco existente hubo de ser «diluido». La empresa que gestiona la planta no repuso a tiempo ese producto.

Pero, según el responsable territorial del Ibasan, esa no es la única causa. Ahora apunta como causantes del hedor a «un aumento del caudal» experimentado en agosto (curiosamente, hace nueve días afirmó que la instalación tiene «capacidad suficiente» para tratar las nuevas acometidas de Sant Rafel, Can Bellotera y Jesús) y a las fases secundaria y terciaria del tratamiento. Para acabar con las nauseabundas emanaciones, en otoño se comenzará a cubrir la parte de la instalación dedicada a la depuración terciaria, una obra que es la primera vez que se realiza en Balears. Mayol confía en que esa fase esté lista «a finales de año».

Mientras tanto, a taparse las narices, porque además falta «desodorizar» el tratamiento secundario, cuyas obras salen a concurso el mes que viene. Y en marzo de 2003 se construirá el depósito laminador para contener acometidas intensas de agua de lluvia. ¿Y por qué huele mal sobre todo de noche? Dice Mayol que es porque a partir de las 22 horas se pone en funcionamiento la máquina que centrifuga el fango y elimina el agua sobrante. Al remover los detritus se produce un aumento del olor, lo que también es un indicio de que esa operación se realiza en una estancia no hermética.