NATALIA CÀRDENAS Que la imagen del autobús de Dalt Vila es la de un autobús vacío es algo que a estas alturas no se le escapa a nadie. Por eso, vecinos del barrio histórico, quejumbrosos por el caos circulatorio que se produce en verano en él por la utilización de vehículos particulares, piensan que sería una buena idea que fuera gratuito.

Sería una fórmula de estimular su uso y de acostumbrar a la gente a utilizar el transporte público. De hecho, si va vacío (o casi) pero el servicio se mantiene, ¿no sería mejor que cualquiera pudiera cogerlo para recorrer aquello que mereció la declaración de Patrimonio de la Humanidad? Se cumplirían, así, varios objetivos: por un lado la revitalización de la zona (uno de los objetivos del Ayuntamiento de Eivissa) y, por otro, el disuadir de la utilización de coches dentro del recinto amurallado. La asociación de vecinos de Dalt Vila se queja de los precios, un euro para los residentes y dos para los turistas.

El presidente de esta asociación, Lluís Llobet, comentó que «si el vilabús es un servicio público necesario para los residentes del interior de la muralla la solución a este problema [la poca utilización] sería que únicamente se pidiera una cantidad simbólica de 20 o 30 céntimos y así se acabaría con esa discriminación hacia los turistas y la gente mayor podría disfrutar de la accesibilidad del centro de Eivissa»