Una hora antes del comienzo de la misa la plaza de la iglesia de Sant Ferran permanecía prácticamente vacía y muy silenciosa. Sólo un grupo de mujeres esperaba pacientemente a que las campanas anunciasen el inicio del oficio. Bárbara Pastor era una de ellas, Hermana de la Caridad y residente en Sant Francesc desde hace nueve años, aseguraba haber presenciado en muchas ocasiones esa misma misa, oficiada por el obispo de las Pitiüses, Agustín Cortés.

Quien no paraba ni un momento era Rita Costa, encargada de que todo estuviese listo en la parroquia para las 12'00 horas. «Ahora y en Navidad es cuando más ocupada estoy. Tengo que colocar flores y preparar todo el aperitivo», explicaba, sin dejar de remover lo que sería el plato especial del día: carne de hígado frita. Cinco minutos antes de que la misa diera comienzo, los vecinos seguían llegando, casi todos con sus mejores galas escogidas para la ocasión. Los muchos turistas que ayer participaron en estas fiestas prefirieron permanecer fuera de la iglesia, a la espera de que la procesión diese paso a las actividades más populares. Aunque Hildegard vive en Suiza, tiene una casa en la isla y conoce muy bien las fiestas; pero este año ha querido que fuesen sus amigas Marisa, Heidi y Eva, de vacaciones en Formentera, las que disfrutasen de unos festejos muy diferentes a lo que ellas conocen.

«Son muy tradicionales, y eso es algo muy bueno. Además, la gente es muy amable y todo es muy familiar», apuntaba la sonriente Hildegard. Un rato antes presentaba a sus amigas a una de las componentes del grupo de baile payés 'Xacoters' para mostrarles, entusiasmada, las ocho capas de las que se compone el vestido típico. Tras la misa, a la que acudieron como es habitual, el alcalde de Formentera, Isidor Torres y el conseller de Formentera, Santiago Ferrer, dio comienzo la procesión. El Patrón y la Virgen de Fátima salieron en primer lugar, conducidos por los hombres. Los santos lo hicieron minutos después, esta vez portados por mujeres.

A partir de las 13'30 y tras la exhibición de baile payés, el protagonismo fue indiscutiblemente para la comida. Los turistas no cesaban de preguntar a qué hora estaría lista la paella popular, para la que Tomy, el cocinero, había utilizado unos 50 kilogramos de arroz. Pero el concurso de vinos convirtió la espera en un auténtico placer.

En cualquier festejo que se precie la cámara de fotos es un elemento indispensable para terminar la jornada con la plenitud del trabajo bien hecho. Los vecinos del lugar suelen ser más discretos, se conforman con una o dos fotos de los amigos bebiendo del porrón o comiendo paella. Pero en el caso de los turistas, sobre todo si son extranjeros, la fiesta se convierte en una auténtica carrera para conseguir todas las fotos posibles. La más buscada fue indiscutiblemente la de la mujer vestida de payesa. Por la tarde, la música de 'Ender' y la orquesta 'Pirata' llenó la plaza de ambiente.