En lo que va de curso ya han pasado más de trescientos alumnos de todo Balears por el taller de apicultura del Camp d'Aprenentatge de sa Cala, una iniciativa llevada a cabo por la Associcació d'Apicultors d'Eivissa y Formentera en colaboración de los dos docentes de este centro. Con el objetivo de dar a conocer una de las actividades agrícolas más tradicionales y uno de los oficios más antiguos de las Pitiüses, hoy en peligro de extinción si las nuevas generaciones no se interesan por practicarlo, los monitores del Camp, Joan Ferrer y Vicente Torres, muestran cada semana a grupos de estudiantes el funcionamiento de las colmenas y todo el proceso de fabricación y obtención del polen y la miel en vivo y en directo, con unas clases prácticas en las que los estudiantes descubren un mundo mucho más interesante y menos peligroso de lo que en un principio les parecía.

Los alumnos de 2º de ESO del Colegio San Vicente de Paúl, de Soller, fueron unos de los últimos protagonistas de esta aventura al corazón del mundo de las abejas que comienza con la proyección de un vídeo y el reparto de unos cuadernillos informativos, ambos editados por la Associació d'Apicultors pitiusa. Una vez que los chavales se familiarizan con el vocabulario y algunos datos sobre las colmenas y su funcionamiento comienza verdaderamente el taller de apicultura. La visión de un panal a contraluz para ver «las pelotitas de colores vivos» que son el polen y la bresca, lugar en el que cría la reina y que tiene una forma abultada y sobresaliente dentro del panal. «La reina pone entre 1.600 y 2.000 huevos al día y suele colocarlos perpendiculares a la base de la celda en la que se encuentra. A los tres días sale una larva que permanecerá nueve días tapada. Si es una abeja obrera tarda 21 días en salir de la colmena y si es zángano 27. La reina vive cinco años, la obrera 50 días y el zángano 40», resumió Joan Torres, uno de los monitores a los alumnos mallorquines.

La práctica propiamente dicha se realiza después, cuando el monitor muestra a los estudiantes cómo se prepara el humo para tranquilizar a las abejas cuando se va a abrir la colmena. «En Eivissa se hace con tronco de algarrobo troceado, conocido como garrobet con pinyolada, que es el resto que queda en el truy después de exprimir la pulpa y el hueso de la aceituna, y unos carbones para el encendido. Una vez que prende el fuego se le insufla aire desde el fol del humador para que brote el humo». El siguiente paso, una vez vestidos con el uniforme especial de apicultor, consiste en desplazarse hasta las colmenas del Camp d'Aprenentatge para abrir una colmena y conocer con todo detalle el funcionamiento y características de cada una de las instalaciones.

«La posición de la colmena es importante. Cuantas más horas esté al sol mejor, por eso tiene que ver al sur y en su costado norte unos 6 metros de radio, tiene que haber una zona de agua en la que las abejas sacan sus excrementos y se asean para evitar infecciones». Con la ayuda del humo los chavales vieron uno a uno los panales cargados de miel y polen, las cámaras de cría, situadas en la zona inferior, el propóleo, substancia con la que sellan y cierran cada panal en la colmena, conocido por sus grandes propiedades curativas para catarros y molestos resfriados.

Además, observaron cómo las obreras transportaban y depositaban el polen en las celdas correspondientes, otro de los productos con los que nos obsequian estos insectos verdaderamente importantes para el equilibrio medioambiental y la floración y producción de muchas especies vegetales gracias al proceso polinizador que realizan transportando el polen de unas flores a otras facilitando el proceso de fecundación de muchos vegetales. Con la ayuda del humo los estudiantes perdieron el miedo y tocaron los distintos panales y la estruccturación de una de las colmenas instaladas en el Camp de Aprenentatge.