El Govern balear quiso celebrar la Diada de Balears con un intercambio de caballos menorquines por corsarios ibicencos que por culpa de la fiebre aftosa sólo tuvo repercusión en Menorca. Las cercanías del puerto de Ciutadella, y más concretamente Es Pla de Sant Joan, fue el lugar en el que se desarrolló la muestra-homenaje a los corsarios ibicencos en Menorca.
Trece urnas de madera y vidrio llegadas desde Eivissa conformaron la exposición «El corsarismo ibicenco» en la que se da a conocer la historia de los marineros que lucharon por la supervivencia de su pueblo, después de que en 1735 el negocio de las salinas pasara a ser monopolio exclusivo de la Corona de Aragón. Precisamente, una de las trece urnas que permanecen expuestas en Es Pla reproduce las características de las celdas en las que los corsarios mantenían a buen recaudó a todos sus presos.
La muestra, en la que se reproducen diversos documentos de la época, las costumbres corsarias, sus combates y su modo de vida, alerta también del peligro que para cada corsario suponían sus propios compañeros. La máxima de que la mejor defensa es un buen ataque se la aplicaron también a si mismos para poder superar las penurias que padecían.
Según reza uno de los títulos de la exposición, «la ley de los hombres sin ley», éste es otro de los lemas de una curiosa filosofía vital que ha logrado enaltecer históricamente a los corsarios en Eivissa, a los que se les considera héroes. Gracias a la Diada y a esta exposición los menorquines conocen un poco más los orígenes e historia ibicenca.
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