Los Lipponen y los Aznar, pese al tiempo inestable reinante, volvieron a navegar ayer, igual que lo hicieron el sábado. Y nosotros, que esábamos seguros de que saldarían al mar como ya les adelantamos, estuvimos allí para certificarlo.
Lo bueno de este encuentro, aparte de los acuerdos a que ambos mandatarios puedan llegar, es que la relaciones entre Finlandia y España se estrechan más, y que los filandeses, viendo en los periódicos de su país a su presidente y señora congeniando con su colega, y esposa de éste, tiene que sentir deseos de visitar Mallorca "lo cual es bueno para la Isla, desde el punto de vista turístico", y más cuando su antecesor en el cargo no hace un año todavía jugaba a golf en Bendinat y Santa Ponça con empresarios fineses, entre ellos los de la operadora Nokia. Por lo demás, es bueno ver a dos presidentes, y familias, bañándose cual mortales entre los mortales, y, como en este caso, ignorados por la mayoría de ellos. Me refiero a los que estaban allí, o bien a bordo de una embarcación fondeada a pocos metros del yate, o bien chapoteando por donde ellos.
Y es que cuando estamos de vacaciones, estamos de vacaciones y pasamos de todo lo demás. «¿Quiénes están en el barco?», nos preguntó un curioso viéndonos llegar por donde él estaba, armados hasta los dientes. «Aznar y su colega, el presidente de Finlandia», contestamos. «¡Ja,ja,ja! ¿de verdad?», preguntaba, incrédulo, delatando que, además, ni lee los periódicos, ni escucha la radio, ni ve la televisión, ya que ambos personajes han sido noticia de primera plana y de apertura de informativos en estos días. Ni siquiera el bueno de Mijaíl Gorbachov, que se soleaba en su hamaca a no mucha distancia de donde recaló el yate de Aznar, reparó en ellos.
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