Los participantes crearon en todo momento un clima agradable y de compañerismo. Foto: VICENÇ FENOLLOSA.
Un camino angosto para ilusiones anchas. Aproximadamente un centenar de personas participaron ayer en la tradicional subida a Sa Creu d'en Ribes en Santa Eularía. Presidida por el párroco de la localidad -que pese a comenzar apurado en los últimos lugares consiguió en pocos minutos encabezar la comitiva- un nutrido grupo de personas de edades comprendidas entre los cinco y los ochenta años quisieron cumplir con una costumbre mitad leyenda, mitad realidad. Existen numerosas razones para realizar el camino y todas las intenciones se unieron a las cinco de la tarde en la plaza del Ayuntamiento: promesas realizadas en cualquier otra fecha del año (excepto en la jornada de ayer, Sa Creu); súplicas; acciones de gracias o curiosidad, eran algunos de los argumentos apuntados por los presentes entre los que se encontraban autoridades locales (el concejal de Fiestas, Francisco Tur era uno de ellos) y algunos extranjeros. Tras 20 minutos de subida por un estrecho sendero que este año ha sido ampliado algo en sus márgenes, se alcanza la cima del monte lugar donde, según cuentan los mayores, se apareció el diablo. En la capilla se apuntaban en una libreta los nombres de los participantes y después de haber repuesto las fuerzas, el sacerdote procedió a ofrecer una oración «por la paz». Las vueltas a la capilla -cuyo número siempre ha suscitado una controversia ya que no se sabe si son tres, siete o nueve- y la música de tambores, flautas y castañuelas precedieron el regreso.
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