Antoni Juan Colomar recibe una placa de manos del vicepresidente del Consell, Vicent Tur.

LLeva junto a su esposa siete décadas y en esta ocasión, también quiso que estuviera a su lado. No importaba que todo un pueblo le rindiera un sentido y emotivo homenaje, que el vicepresidente del Consell, Vicent Tur, le hiciera entrega de una placa conmemorativa en representación de la institución, que la Federación de Mayores le regalara un hermoso diploma o que la eucaristía del domingo tuviera un solo nombre, el suyo. Para el protagonista de la velada contaba más que sus hijos, nietos y bisnietos (hasta cuatro) pudieran abrazarlo que el haber llegado a un momento que únicamente tenía como mérito, según sus propias palabras, «el no haber muerto antes». Un secreto a voces que resumía la filosofía de una vida dedicada no pensar en el paso del tiempo sino a llenarlo.

Antoni Juan Colomar celebró ayer, aunque con tres días de retraso, una centuria completa, de una forma multitudinaria aunque plena de significado. La presencia del que ha sido siempre «mi pueblo» -pese a llevar años viviendo en Santa Eulària- fue palpable en el gesto individual de cada uno de los habitantes que quisieron darle la enhorabuena uno por uno tras haberlo hecho las autoridades insulares.

Sant Carles quiso festejar este aniversario, el número cien, con una jornada popular en la que sólo faltó una procesión para recordar al día grande de los programas patronales, aunque, como decía uno de los vecinos, «esta vez tenemos la suerte de tenerlo en vida». Por lo demás, hubo eucaristía, convite, ball pagès a cargo de la colla de Sant Carles y entusiasmo, con la única diferencia que eran los propios ciudadanos quienes habían elegido a quién rendir tributo. Dedicado a las labores del campo, trabajador honrado y luchador incansable, eran algunos de los calificativos que se le dedicaban.