José Hernández es un gran conversador, un alma inquieta y, sobre todo, un visionario. Fruto de su imaginación y de un trabajo constante que se ha prolongado durante tres años ha nacido el avión «Once», apelativo que hace referencia a una organización a la que se siente fuertemente vinculado desde que hace ocho años comenzara a perder la visión debido a una enfermedad degenerativa.

A ella ha donado su artefacto, que fue presentado en Palma, concretamente en Campos, ante la mirada atenta de más de 400 personas el pasado lunes. Al acto acudieron la presidenta de la ONCE en Balears, Teresa Paladhí, y el alcalde de la localidad, Andreu Prohens.

El artefacto era uno de sus grandes retos desde hacía tiempo y ahora, por fin, ha podido ver la luz públicamente. Hernández ha diseñado para los invidentes su último invento. Cuatro metros y medio son las medidas de una obra que llega tan alto como se imaginó.

Antiguo piloto, delegado insular de ciclismo y fundador del grupo deportivo Pitu -apelativo cariñoso por el que se le conoce, al igual que a uno de sus principales seguidores, su hijo- es también uno de los pioneros de las prácticas de aeromodelismo en la isla, donde reside desde hace muchos años en la localidad de Sant Antoni.

Pese a haber abandonado su antigua profesión de aviador, la velocidad, la precisión y las alturas, continúan siendo sus grandes pasiones, límites humanos a los que aún no teme superar. Y lo que es más importante: anima a los demás a batirlos de igual forma.