Tuberías, puertas, básculas, un enorme cuarto de hermano mayor en forma de almacén. Los talleres de desguaces de Eivissa son una enorme caja de sorpresas, abiertos a particulares pero ideados para el negocio con mayoristas y fabricantes, generalmente del otro lado de la península. Como cualquier otra empresa, normativas reformadas y exigentes leyes de oferta y demanda les han obligado a reestructurar, desde funciones a fórmulas de trabajo.
El caso de Andrés Moreno, actual propietario de Ca Na Negreta, narrado por él mismo, es especialmente significativo: «Empezamos tres socios en 1978 como serrería. Las necesidades hicieron precisa la compra de un camión con pulpo -brazo articulado mecánico que se utiliza para elevar la carga e introducirla en las máquinas- y que en verano no tenía trabajo, por lo que nos fuimos introduciendo en otras parcelas».
En menos de dos décadas el crecimiento se ha traducido en dos instalaciones paralelas, de maderas y metales respectivamente, dirigidas por los dos inversores iniciales que quedaron tras la jubilación de uno de los pioneros. Ahora, en Ca Na Negreta se trabaja con metales no férricos, con hierro puro y papel procedente de recogidas selectivas en las tareas de desguace y recuperación. Lo primero que se hace cuando los materiales llegan al recinto (bien se recogen por una cantidad que suele oscilar entre las 3.000 y las 5.000 pesetas, siempre que la mercancía sea vendible o transformable o bien lo traen los antiguos usuarios directamente) es clasificarla.
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