La contaminación de aguas fecales producida por las fuertes lluvias del 17 de agosto alcanzó los estanques de Sal Rossa. | DANIEL ESPINOSA

La contaminación de aguas fecales ha llegado a los estanques de Sal Rossa, según el estudio realizado por el biólogo Bartolomé Planas Marí, «afectando al ecosistema acuático y especialmente a las aves acuáticas, en un espacio natural con categoría de parque natural, Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Zona de Especial Conservación para las Aves (ZEPA).

Estos antiguos estanques salineros, de aproximadamente 170.000 m2, «están ahora inactivos y transformados en una zona húmeda natural, de aguas salobres, que se alimenta principalmente de las escorrentías del entorno y de los aportes del cauce del torrente de Ca na Parra», apunta el informe. Por esta razón, el biólogo recomienda diseñar e implementar un programa de monitorización de la contaminación fecal de esta zona húmeda y de su impacto sobre el ecosistema acuático del parque natural.
Contaminación crónica

El acuífero superficial del Prat d’en Fita supone «un recurso natural imprescindible» para las fincas que se benefician de sus aguas para usos agrícolas y domésticos y un recurso hidrológico «de buena calidad» si no fuera por la contaminación fecal, destaca el informe.

La proximidad de su nivel freático a la superficie topográfica es el principal factor de vulnerabilidad y presenta «una buena calidad química de las aguas, con niveles razonables de salinidad, a causa del régimen de recargas, que ha aumentado con la canalización de las aguas del acuífero interceptado por la autovía hacia el torrente de ca na Parra», añade Planas Marí en su informe.

Sin embargo, esta buena calidad «se ve deteriorada, según la información disponible, por una contaminación fecal crónica», detalla el biólogo, que no solo la relaciona con el rebose de aguas fecales del colector de Sant Jordi, «sino probablemente por fugas permanentes de aguas fecales en dicho colector, ya obsoleto, construido al parecer con tubería de fibrocemento sin soldadura, hace unos 25 años».

Según este mismo estudio, las lluvias torrenciales provocaron, como mínimo, el rebose de tres de los pozos de registro localizados en el tramo de colector que va a parar a la depuradora de Can Bossa, paralelo a la carretera de la Canal, y el vertido al terreno de grandes volúmenes de aguas fecales.

Según los afectados, también rebosó en algunas zonas del tramo de colector que transcurre bajo el torrente de ca na Parra, de forma que el agua que circulaba por dicho cauce también contenía una alta contaminación fecal y la contaminación inundó la zona húmeda de Sal Rossa.