Los socios han acudido este viernes al acto de homenaje. | Irene Arango

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Tomando como ejemplo otras entidades similares de diferentes zonas de España, Ebusus Sociedad Cultural quiso reconocer ayer la fidelidad y el apoyo de 63 socios que llevan más de 35 años adscritos a la asociación.

El presidente Gabriel Molina explicó que, si habitualmente se conmemoran los 25 o los 50 años de cualquier efeméride, las dificultades con sus registros históricos les llevaron a celebrar 35 años de fidelidad «porque este dato era más fidedigno».

Según destacó también, en estos momentos la entidad atraviesa un gran periodo en cuanto a socios al contar con unos 370. Según permiten los estatutos, sumando además a cónyuges e hijos menores de 24 años, la masa social del Ebusus puede estar formada por unas 700 personas.

Molina quiso referirse a «la gente que ya no está», aquellos socios ya fallecidos que durante muchos años pertenecieron a la sociedad cultural y recreativa, mencionando así a Ángel Lloreda o Andrés Tuells, entre otros.

Durante su discurso, el presidente recordó cómo era una tarde en el Ebusus cuando era niño y, tras acabar las clases, esperaba a que sus padres terminaban de trabajar «mientras Juanito me preparaba un bocadillo de jamón serrano». Al mismo tiempo, las señoras comenzaban su partida de cartas y los caballeros jugaban también al tute o al dominó. Otros debatían sobre fútbol. La sede era además punto de encuentro de los «alternativos» y los «existencialistas», según explicó Molina, provocando las risas de algunos asistentes que rememoraron todo lo vivido en el Ebusus.

«Era una sociedad de valores clásicos. Los mismos días, los mismos socios ocupando las mismas mesas. Sin embargo, echo de menos esa monotonía de gentes tranquilas», comentó durante su discurso.

Catalina Clapés, Ventura Catany o Enrique Fajarnés, fueron algunos de los socios que, por orden alfabético, recogieron ayer en el Ebusus sus diplomas e insignias.