Opinión

El kit piripi

Kit. | Steve Buissinne/Pixabay

TW
1

Hasta el más austero espartano rechazaría el kit de supervivencia que recomiendan los burrócratas de Bruselas. ¿Dónde está el vino? De Platón a San Bernardo, del sufí murciano Ibn Arabí a Pico della Mirándola, de Montaigne y Goethe al feo, católico y sentimental marqués de Bradomín, ¿qué tiene que ver ese kit con el modus vivendi de la luminosa Europa? Miles de años de civilización para llegar a estas recomendaciones solo aptas para un astronauta de aire enlatado o un anacoreta que se nutre del aire desértico. Incluso los cavernícolas de Lascaux o Altamira seguían mejor dieta en el amor y la guerra.

Probablemente el kit en cuestión sea una estrategia de marketing para justificar la servidumbre europea ante las exigencias del nuevo césar del imperio yanqui. Trump fuerza a que gastemos billones en armamento y Europa, por eso de no semejar ser violada de nuevo por el toro de turno del péndulo histérico, finge su consentimiento. ¿Mejor política de gastos? Con el dinero público que despilfarraron en tapones de cordón guarrindongo ya tendrían ejército de drones.

Cosas del zeitgeist apocalíptico. De la mascarilla pasamos al uniforme comando y la dieta deprimente. Rara avis como sibaritas y dandys están peligro de extinción ante el listón de la igualdad por el más bajo denominador común.

Pero siempre habrá rebelión, diferencia e imaginación. Ya Mambrú se fue a la guerra con los mejores burdeos y manzanillas y cortejaba a las bailarinas de Cádiz, algunas de las cuales se subían la falda ante el grito de los marineros ingleses «Show me now!», (pronúnciese chou mi nau) que dicen derivó en castizo chumino. Y si nos obligan al kit, mejorémoslo con vino, eau de vie, sobrasada, cabrales, peix sec, puros habanos, etcétera, que la supervivencia será más agradable.