Marga Prohens. | Tomás Moyá

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Aristóteles, en su "Ética a Nicómaco", define la virtud como una disposición voluntaria que se encuentra en un término medio entre dos extremos viciosos: el exceso y el defecto. Si aplicamos este concepto a la política balear, observaremos que la presidenta Marga Prohens (PP) ha adoptado una posición de equilibrio que refleja esta virtud aristotélica. Desde su investidura en julio de 2023, Prohens ha liderado un gobierno en solitario, respaldado por la abstención de Vox, pero sin ceder a sus exigencias más radicales, principalmente en materia lingüística. Eso le ha permitido mantener una postura moderada, evitando los extremos. Su política se caracteriza por la moderación y el sentido común, priorizando la libertad, la reducción del intervencionismo gubernamental, la bajada de impuestos, a la vez que se garantizan los servicios públicos y se mejoran las retribuciones de los funcionarios autonómicos. Por el contrario, Vox se sitúa en posiciones extremas, con una defensa teatralizada de propuestas radicales y discursos divisivos que polarizan la sociedad. Pero por el flanco contrario, PSOE, Més y Unidas Podemos, se oponen a cualquier iniciativa que suponga un cambio con su acción política en los 8 años que ellos gobernaron en Baleares (2015-2023), criticando en todo al PP y sin ofrecer otra alternativa que no sea el inmovilismo. En este contexto, el diálogo y el consenso son extremadamente complejos. Y los principales perjudicados son los ciudadanos. Marga Prohens ha sabido situarse en el término medio, en el centro político. De ahí que Vox la vea como una bolchevique catalanista y la izquierda como una radical de ultraderecha. Pero es Prohens quien muestra una postura política centrada y de equilibrio, ante el radicalismo ideológico característico de los extremos. La duda estriba en si eso será suficiente para llegar a 2027.