Erase una vez un concejalillo de pueblo con ínfulas que daba por hecho que iba a ser alcalde. Se regodeaba de ello e impostaba su sonrisa con la habilidad de un actor veterano. Todo parecía ir bien hasta que sus compañeros le dieron la espalda y, con una abrumadora mayoría, dieron su confianza a otra candidata para ser la alcaldesa que le acabó vapuleando en las elecciones, sacando mayoría absoluta y cuatro veces más concejales que él (algo que no le ha perdonado).

Los que le apoyaron ya no lo hacen y su soledad ha acabado arrojando a la papelera del olvido a nuestro concejal, cuya oposición histriónica cargada de rencor y odio tan sólo sirve para demostrar que no ha superado dejar de ser alguien. Hoy merece que lo rescatemos de la irrelevancia para comentar su última hazaña.

Mientras el Ayuntamiento de Sant Joan aprueba sus presupuestos con el voto favorable del resto de la oposición, gracias al diálogo y la oposición constructiva de Sa Veu des Poble, Santi Marí los rechaza tras reconocer que ni siquiera los ha leído y vota en contra de aumentar las subvenciones a las entidades del municipio, a ayudar a las asociaciones Ibiza Inn y AEMIF, a mejorar las calles y la limpieza, a aumentar la seguridad y a crear ayudas para el alquiler. Sus exabruptos personales contra el gobierno y sus salidas de tono son lo único que le queda para hacer oposición a nuestro héroe que se transformó en un vulgar villano caído en desgracia.

Su traición al partido y sus compañeros por su ego le costó caro y ahora lo paga votando en contra de los ciudadanos que un día confiaron en él. Otros con más visión que él (Miquel Jerez) supieron ceder y obtuvieron su recompensa. En cambio, Santi Marí es ya una mera nota a pie de página en la historia política de Sant Joan. Bon Nadal!