Para unos llega un tiempo de paz, amor y armonía, mientras que otros se acercan al ocaso. Este año podrá ser considerado el annus horribilis de la PSOE, asediado por la corrupción en todos los frentes. La mujer del presidente haciendo business y creando cátedras sin ser licenciada en nada, el hermano con domicilio fiscal en Portugal y cargos a dedo por la gracia de Dios, Ábalos y el actual número dos de Sánchez (Santos Cerdán) acusados de recibir cientos de miles de euros de un empresario corrupto, el escándalo de las mascarillas devorando varios ministerios y la presidencia del Congreso, el fiscal general del Estado imputado por primera vez en democracia por filtrar información con el fin de dañar a Ayuso, los favores a la vicepresidenta de Venezuela (Delcy) para que no la detuvieran en el aeropuerto gracias a la intercesión del presidente… La pureza de la que presumían en 2018 para llegar a la Moncloa se ha tornado un cenagal, están hasta el cuello. Echaron a Rajoy con una moción de censura por una contabilidad paralela y ahora tenemos un Gobierno que ha recibido, según varios de sus pagadores, cientos de miles de euros (como mínimo) por contratos públicos. A ojos de los acomplejados de sus dóciles socios, esto no es todavía motivo para purgar a Sánchez de un plumazo con una moción de censura. Amor con amor se paga, pensarán en el PNV y en Esquerra. Saben que Sánchez vendería a su propia madre con tal de seguir apuntalado en un poder que parece resultar muy lucrativo para su entorno. Ya le han hecho tragar con una amnistía inconstitucional, la eliminación del delito de sedición del código penal y un masaje fiscal. Hace años que Sánchez dejó de tener la menor credibilidad, pero ahora ya no se trata de una cuestión meramente política, sino penal.
Opinión
Adviento y apocalipsis
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