El pasado martes estuve en la Comandancia de la Guardia Civil de Palma con otros periodistas de distintos medios de comunicación, invitados por la Oficina Periférica de Comunicación (OPC) para conocer personalmente a los guardias civiles que allí trabajan. Nos recibió el coronel jefe de la Zona de Baleares, Alejandro Hernández Mosquera, con quien estuve charlando un buen rato.
Debo decir que no pisaba las dependencias oficiales del que fue mi lugar de trabajo durante 16 años (hasta 2011). Hará 13 años que no había vuelto por allí y tras la reforma integral a la que las instalaciones fueron sometidas, me costó ubicarme y encontrar algún parecido a aquellas oficinas en las que trabajé bajo tierra, sin iluminación natural, ahora modernizadas y de aspecto mucho más digno y acogedor. En ese aspecto, no cabe duda de que la Guardia Civil ha cambiado, aunque igualmente es verdad que una institución tan grande, con tantas dependencias diseminadas por todo el territorio, con tantas necesidades, siempre está falta de recursos.

El coronel Hernández, el cabo 1º Molina y el resto de componentes de la OPC nos estuvieron explicando cómo se organiza el trabajo y ciertos detalles que nos ayudan a comprender mejor su función y su relación con los periodistas. Para mejor hacerlo, se ayudaron de una enorme pizarra táctil desde donde proyectaron vídeos y que me hizo recordar que en mis tiempos allí, si tenías un ordenador era mucho. Recordé que el primer ordenador que hubo en la oficina de atestados de la Agrupación de Tráfico lo compramos a escote todos los destinados en la unidad y volví a pensar cuánto ha cambiado la Guardia Civil.
Claro que habrá carencias y cosas que mejorar, como en toda organización pública, pero ya no me corresponde a mí enumerarlas ni hacer inventario, como sí hice durante muchos años desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). Ahora celebro comprobar cómo aquella institución tan querida por todos, a la que pertenecí durante 19 años de mi vida, desde 1992 hasta 2011, ha mejorado sustancialmente y se ha modernizado.
Ayer la Guardia Civil celebró su patrona, la Virgen del Pilar. Como cada doce de octubre, en Ibiza tuvo lugar un acto institucional para conmemorar la efeméride, con entrega de condecoraciones y discursos. Este año se hizo en Sant Antoni de Portmany, donde el alcalde, Marcos Serra, puso sobre la mesa las enormes dificultades de acceso a la vivienda que padecen los guardias civiles, por mor de una inadecuada compensación económica de la insularidad. Esta problemática no será paliada si la Administración del Estado no decide, a través de los Presupuestos Generales del Estado, actualizar la indemnización de residencia que reciben los funcionarios públicos destinados en Baleares, algo que sindicatos y asociaciones profesionales vienen reclamando con insistencia hace años, sin éxito.
Ahí radica la razón por la que muchos agentes no quieren venir destinados al archipiélago y en caso de venir, se van a la menor oportunidad. Algo que seguirá ocurriendo mientras no se mejoren sus retribuciones en lo concerniente al denominado plus de insularidad. Los gobernantes lo saben, pero, de forma inexplicable, no hacen nada para que la situación mejore. En esto no hay cambios a mejor. Pero corresponde que hoy, en nuestras crónicas, además de alabar la tarea que realizan los hombres y mujeres de la Guardia Civil, exijamos para ellos las mejores condiciones laborales posibles, los más adecuados medios para desempeñar su trabajo. Las mejoras que ellos tengan, son para toda la ciudadanía.