Imagen de archivo del centro de menores Pare Morey.

Llevo días dándole vueltas a si escribir o no sobre esta espinosa cuestión. Cualquier afirmación que se haga en contra de las políticas de acogida de estos menores extranjeros no acompañados, es decir, menas, supone ser considerado como racista y xenófobo. Y esto le está viniendo muy bien a muchos para gestionar este tema sin apenas dar explicaciones.

Como que la acogida de los menas es una obligación legal, yo entiendo que la Administración, sea la que sea, está también legalmente obligada a rendir cuentas. En este sentido, creo que solo el Consell de Formentera ha sido hasta ahora transparente sobre esta cuestión. Lo público es dinero, nuestro dinero, y esta es la única institución que ha dicho abiertamente que, en estos momentos, destina entre 7.500 y 9.000 euros mensuales a mantener a cada uno de los menas que tutela. Entre 250 y 300 euros al día.

Estas cantidades son escandalosas y no están ni de lejos justificadas. Muy poca gente puede destinar ese dinero al mes para mantener a sus hijos. Y la Administración ofrece casi todos los servicios que precisan estos chavales de forma universal y gratuita (que sí, que lo pagamos con nuestros impuestos pero que nadie te pasa la factura del colegio o del médico a final de mes).

La opacidad en este sentido está siendo especialmente perjudicial para la percepción que muchos ciudadanos tienen de este problema. Y es esa misma opacidad la que provoca que el racismo y la xenofobia se instalen en nuestra sociedad. Alguien ha de explicar con luz y taquígrafos en qué se van esos 7.500 o 9.000 euros mensuales por tutelar a cada uno de estos chicos. Porque, se pongan como se pongan, no hay por donde cogerlo. El debate no es si queremos o no menas. El debate es si aceptamos o no que algunos hagan un negocio a costa de ellos y de la buena voluntad de los ciudadanos.