El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no tiene límites y así lo ha demostrado, una vez más, esta semana. El anuncio del nombramiento de José Luis Escrivá como gobernador del Banco de España, siendo aún ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública me parece todo un despropósito. No porque dude de la preparación de Escrivá, sino porque considero poco ético poner al frente de una institución independiente a un ministro. El propio organismo asegura en su web que «ni el Gobierno, ni ningún órgano nacional o europeo pueden dar instrucciones al Banco de España, ni este puede recabarlas o aceptarlas». ¿Será esto posible si está gobernado por una persona que acaba de salir del Ejecutivo de Sánchez? Además, Escrivá ha sido bastante crítico con algunos informes de la citada entidad. No es la primera vez que el líder socialista realiza nombramientos polémicos. Uno de los más sonados ha sido el de Dolores Delgado, que pasó de ministra de Justicia a fiscal general del Estado. No es el único. Juan Carlos Campo saltó de este mismo Ministerio a magistrado del Constitucional. Por su parte, Carmen Calvo, que fue vicepresidenta del Gobierno de Sánchez, ha sido designada presidenta del Consejo de Estado; que sustituyó a la también socialista Magdalena Valerio; su nombramiento fue anulado por el Tribunal Supremo.

No son los únicos: Correos, el CIS, la agencia Efe o RTVE también han tenido nombramientos polémicos. Como el propio Pedro Sánchez dijo de sí mismo, está haciendo historia: el primero en ganar una moción de censura en España, en presidir un Ejecutivo estatal de coalición, en tomarse unos días para reflexionar sobre su futuro dejando a todo un país en vilo... Sin lugar a dudas, el líder socialista no tiene límites. Pese a ello, mantiene la capacidad de sorprendernos, al menos a mí.