El terrible temporal que el pasado miércoles asoló Ibiza y Formentera dejó decenas de embarcaciones golpeadas contra las rocas, además de muchas intervenciones de los bomberos en viviendas y establecimientos en tierra. Pero, sin duda, si por algo va a ser recordada la tempestad, va a ser por el rescate de Xicu des Moliner, el pescador de la Mola que pasó siete horas agarrado a una madera, después de ver como el viento huracanado volcó y hundió su llaüt, cuando estaba a punto de subirlo al varadero.
Una legión de amigos y compañeros de profesión de Xicu movilizaron barcas y motos acuáticas para buscar a la desesperada al desamparado pescador. Cerca de las cinco de la tarde, y contra todo pronóstico, su amigo Adán tendió la mano a Xicu para subir a la zódiac que le acabó llevando a la costa, salvándole la vida. Más allá de la innegable heroicidad y enorme muestra de amistad de los participantes en el rescate, lo que pasó con Xicu debe preocuparnos enormemente. Los recursos empleados por Salvamento Marítimo fueron insuficientes. Un avión hizo un par de batidas sobre el mar en la mañana y la Guardamar Polimnia llegó a la zona de búsqueda seis horas después de la desaparición del pescador.
De no ser por la implicación y los recursos propios de sus amigos, muy probablemente, Xicu ahora no estaría recuperándose en su casa de la Mola, acompañado de su familia. Los ciudadanos de Formentera hace años que reclaman una base propia de Salvamento Marítimo, y el temporal del pasado miércoles demostró que es absolutamente necesaria. En un caso como el que estamos explicando, cada minuto cuenta y la desesperación de un hombre abandonado en el mar en medio de un terrible temporal y los enormes riesgos asumidos por sus amigos son intolerables en una isla expuesta permanentemente a este tipo de circunstancias.
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