Las decisiones importantes en Ibiza las toman dos Vicent. Marí en el Consell y Ribas en la Diócesis. Ambos comparten perfil bajo y mente lúcida. El obispo dirige una pastoral que conoce la realidad de cada parroquia más allá de sus muros.

Con este trato directo, sencillo y cercano, Monseñor reflexiona con certera prudencia sobre las soluciones que necesita una isla abandonada a la codicia y que manda señales de auxilio. El drama que sufre Ibiza con la vivienda, el peligro de las ideologías de unas minorías que quieren imponer sus delirios, la escasez de valores, la gestión de la inmigración, la infame y monopolística publicidad de las discotecas en el aeropuerto, la identidad local, la alarmante escasez de recursos… todos son asuntos sobre los que el obispo se adelanta y Marí recoge el guante.

Su capacidad para leer la realidad de la isla y adelantarse a las problemáticas que enfrenta, le ha permitido no solo marcar la agenda eclesiástica, sino también influir en el debate social y político. Marí, desde su posición en el Consell, ha sabido recoger las inquietudes y prioridades que el obispo señala, demostrando una sintonía que va más allá de lo meramente formal. En una isla donde la línea entre lo espiritual y lo civil se ha difuminado, Ribas marca el rumbo y Marí lo sigue, uniendo fuerzas para guiar a la sociedad ibicenca. Así, en ocasiones, es difícil discernir si la verdadera agenda de Ibiza se traza en la sede del Consell o en la catedral. Marí y Ribas sólo se distinguen porque uno lleva sotana.

En una época donde las respuestas fáciles son tentadoras, su liderazgo ofrece una guía prudente y fundamentada, un ejemplo de cómo la sinergia entre lo espiritual y lo institucional puede trazar el camino hacia un futuro más esperanzador.