Una nueva avería ha vuelto a dejar durante varios días a los usuarios de diversas compañías de telefonía móvil sin servicio en el Pilar de la Mola.
En menos de un mes, hasta en tres ocasiones se ha interrumpido el tráfico de datos y voz en una zona ya de por sí aislada dentro de la isla.
Este es un problema que se repite con mucha frecuencia desde hace años y ante el que nadie hace nada. En la anterior legislatura, el Consell anunció que iba a presionar a las compañías telefónicas para que mejoraran sus instalaciones y velaran por un mejor servicio. Para mí que no les han llegado ni a pellizcar en la mejilla.
Tener que bajar hasta es Caló para poder llamar a la telefónica de turno y tener una absurda conversación con una máquina o peor con una señorita que debe estar perdida en una nave industrial en Ecuador o Costa Rica y que no sabe ni dónde están las Baleares y mucho menos Formentera es del todo desesperante.
Hace tiempo que decidí apostar por una de las compañías telefónicas de proximidad y no puedo estar más contento. El servicio es fabuloso y las pocas veces que ha habido una incidencia siempre he encontrado a una voz amable al otro lado del teléfono, que además me ha atendido en mi idioma y no ha colgado hasta que no ha resuelto el problema. Lo más triste es que cuando topas con una atención amable y resolutiva se te saltan las lágrimas de emoción, cuando debería ser la normalidad.
Triste es también que muchos residentes de la Mola vean como algo normal quedarse con frecuencia unos días sin servicio, como si fuese una peculiaridad más del territorio. Es tan normal como que las parras den uvas y las higueras higos. Pues no, no debe ser normal y no hay que aceptarlo como tal. Sencillamente, es una vergüenza intolerable.