Consell de Formentera. | Moisés Copa

Después de meses tensando la cuerda, la situación en el Consell de Formentera ha llegado al colapso. Durante esta lamentable crisis, Córdoba y Alcaraz han tenido multitud de ocasiones para reconducir una situación que ha dejado bajo mínimos el prestigio de la institución y lo que es mucho peor, la peligrosa paralización de las cosas que de verdad puede y debe hacer el Consell por los ciudadanos.
Grabaciones, filtraciones, denuncias y ahora la dimisión en bloque de los consellers de Sa Unió, pero sin entregar el acta, lo cual bloquea que otros puedan asumir las responsabilidades que estos abandonan.
Los quioscos sin montar, las licencias de taxi tarde y mal, la agricultura desatendida y ahora un grave problema: no hay monitores para las escuelas de verano y eso va a dejar a un montón de niños sin plaza y un grave problema para los padres en plena temporada turística. Estos son solo algunos de los graves problemas que ha generado la falta de previsión y la inacción de los políticos que estaban enfrascados en sus infantiles peleas por la silla.

La aparición de GxF como salvadores, es probablemente la opción menos mala para salir de este bloqueo, pero no va a ser fácil. De todos es sabido que el pacto de la pasada legislatura entre los insularistas y los socialistas tenía todas las costuras rotas y sus tensiones fueron las que acabaron relegándolos a la oposición en las urnas. Si a ellos añadimos ahora los consellers de Compromís, el cóctel va a estar cargadito y puede resultar indigesto. GxF no ha tenido tiempo de preparar una estrategia para recuperar la presidencia, pero Sa Unió les ha hecho el trabajo y muy bien hecho. Y en caso de producirse este nuevo gobierno, supondrá la desaparición de Compromís, una importante pérdida de votos para los socialistas y la perpetuación en el poder de GxF en 2027.