Tengo que reconocer que me resulta divertidísimo y también bastante enternecedor, ver las intervenciones del senador por Ibiza y Formentera, Juanjo Ferrer, a quien sigo con mucho interés. Puedo afirmar que es mi senador preferido, porque con él me río lo que no está escrito y porque los monologuistas del Club de la Comedia no le llegan a la suela de los zapatos a este tipo cachondo donde los haya, que tras su paso por la política municipal en Sant Antoni con El PI, dejó la política por un tiempo, pero felizmente ha vuelto a la vida pública para hacernos disfrutar de lo lindo.
Pero, antes que nada, reconozcamos que al bueno de Juanjo le ha tocado un marrón en esta legislatura en el Senado. Básicamente porque no disfrutará su escaño los cuatro años, en el hipotético e improbable caso que no haya elecciones anticipadas, pues raro será que Pedro Sánchez resista en la presidencia del Gobierno más allá de la aprobación de la ley de impunidad, quiero decir de amnistía, para Carles Puigdemont, el resto de líderes políticos del Procés y también para los presuntos terroristas de los Comitès de Defensa de la República (CDR) y Tsunami Democràtic.
La legislatura no durará mucho, pero en el caso de que durase los cuatro años de rigor, Juanjo Ferrer deberá ceder su puesto a formenterensa, Neus Massanet, en el último año. Pero, además, su mandato senatorial estará muy deslucido en cuanto a resultados concretos. Y eso que el Gobierno de España lo ostentan PSOE y Sumar, es decir, los suyos, pues él encabezó la candidatura de PSOE, Sumar, Esquerra Unida y Ara Eivissa. Pero sucede que en la Cámara Alta el Partido Popular ostenta la mayoría absoluta, lo que hace difícil que las iniciativas de Ferrer prosperen, a no ser que comience a ejercer de senador pitiuso y deje de actuar como un triste palanganero del PSOE. Si continúa lamiendo las botas del Gobierno de Pedro Sánchez, su encargo democrático pasará sin pena ni gloria, aunque quizás sea lo mejor.
Pese a que no lleva mucho tiempo en el Senado, pronto nos hemos dado cuenta de por qué Juanjo Ferrer tenía en su foto de perfil en la red social X una foto con una nariz roja de payaso. Hay que reconocer que le sentaba muy bien y es de lamentar que la haya quitado, porque ahorraba muchas explicaciones. Pero su actuación en la última sesión plenaria del Senado, ha colocado el listón muy alto.
Tras interpelar al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por la ruta de inmigración irregular entre Argelia y Baleares, el alegre senador reclamó a quien fuera vocal del Consejo General del Poder Judicial a propuesta del PP, más recursos e infraestructuras para hacer frente a la llegada de inmigrantes procedentes del norte de África. El incauto representante de la ciudadanía pitiusa le soltó al ministro que «con la falta de infraestructuras que tenemos y la infradotación policial, es un grave problema». ¡Toma ya!Juanjo Ferrer es un iluso. No cayó en la cuenta de que Grande-Marlaska es ministro del Interior desde junio de 2018, tras la moción de censura que llevó al poder al PSOE y Unidas Podemos. No se le puede decir a un ministro que lleva más de cinco años y medio, que hay falta de infraestructuras porque, siendo verdad, eso deben decírselo los senadores de la derecha y la ultraderecha, no él, que se supone que es de izquierdas.
Luego debió darse cuenta del patinazo sufrido desde la tribuna y difundió un comunicado de prensa donde, en lugar de titular por lo que él había reclamado al Gobierno de España, más recursos e infraestructuras, destacó el muletazo que le pegó el ministro magistrado: «El ministro del Interior asegura que ‘se está trabajando de forma decidida en las Baleares y Argelia' para frenar la llegada de pateras a Formentera». Y así, Juanjo Ferrer volvió a quedar como Cagancho en Almagro. Pero ¿y lo que nos reímos? ¿Eso no cuenta? Claro que cuenta; y mucho. Yo se lo agradezco sinceramente y le animo a perseverar por ese camino, que para lo que durará la legislatura, al menos que se lo pase bien y nos haga disfrutar a los cuatro gatos que seguimos lo que pasa en el Senado de España.
Además, lo importante es participar. ¿O no, Juanjo?
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