Se percibe en el ambiente que hay nervios entre la clase política. Es natural, porque relativamente pronto habrá elecciones municipales y autonómicas en Balears, concretamente el 28 de mayo de 2023. En 10 meses los ciudadanos serán llamados a las urnas, a emitir su juicio sobre quién ha de llevar las riendas de los ayuntamientos, consells insulars y Govern.

Los partidos que están gobernando se esmeran en exhibir sus logros, algunos más tangibles y reales que otros. Los que están en la oposición, lanzan sus mensajes catastrofistas y procuran reprochar a los que gobiernan lo mucho que han hecho mal y lo poco o nada positivo de su acción de gobierno. Hasta aquí, todo normal.

Pero aún faltan bastantes meses y se percibe excesiva intranquilidad en determinadas instituciones y partidos políticos, que les llevan a actuar histriónicamente, lo cual transmite un nerviosismo fuera de lo común a estas alturas de legislatura.

Los partidos políticos ya manejan encuestas internas, además de las que publican los medios de comunicación. Y por más que les resten importancia, según el resultado que estos trabajos demoscópicos les adjudican, lo cierto es que, a la vista de ellos, se traza una estrategia muy determinada para tratar de mejorar su intención de voto y de convencer a los indecisos. Además de agudizar la crítica a los rivales políticos, en ocasiones muy desafortunadamente.

Es el caso del socialista Vicent Torres ‘Benet', actual director de proyectos del Ajuntament d'Eivissa y portavoz del PSOE en el Ajuntament de Santa Eulària, donde ejerce de líder de la oposición. Lamentablemente, el exdirector insular de Turismo en la pasada legislatura, lleva un tiempo fuera de sí, y protagonizando actuaciones irresponsables que ningún otro político en toda Balears cometería. Y no me refiero a ejercer una oposición contundente contra la mayoría absoluta de la alcaldesa Carmen Ferrer (PP).

Se trata de insultar a sus rivales políticos, algo que no tiene disculpa y aún menos si se hace reiteradamente; y de denostar a varios medios de comunicación a unos niveles muy poco razonables, hasta el punto de faltar al respeto a los profesionales de este periódico y de la TEF, acusándoles sistemáticamente de mentir y de manipular la información.

En el pleno de Santa Eulària del mes de junio, faltó al concejal del PP, Miguel Tur, diciéndole que «no tenía ni puta idea». Como lo leen. Y este pasado jueves, en el pleno de julio, repitió la misma expresión contra la edil popular, Marisol Ferrer. Además, hace unos días, calificó un convenio entre el Consell d'Eivissa y Airbnb de «frikada» del vicepresidente 1º del Consell d'Eivissa, Mariano Juan.

¿Es necesario conducirse de este modo tan grosero y tabernario para hacer oposición? A mi juicio, no. Es más, crispar la política de esta forma tendrá un coste electoral, porque los ciudadanos rehúyen esta forma de hacer política.

Políticos entregados al hooliganismo ha habido siempre y en todos los partidos, unos con más habilidad que otros, pero lejos de hacer ganar votos a sus formaciones, se los restaban. No quiero tener que poner ejemplos, pero podría citar docenas de nombres. Pero es que, además, el PSOE tiene buenos argumentos a su favor allá donde gobierna; y también motivos de peso para criticar a sus rivales allá donde lidera la oposición. Por tanto, abandonar las buenas formas para adentrarse en la grosería, la mala educación y el insulto, es optar por orillar la política para hacer otra cosa que a nadie beneficia.

Serenidad y cortesía, que aún falta mucho para las elecciones. Y, además, a las encuestas no se les da la vuelta en dos días. Ni en dos plenos. Ni en dos tuits.