Llegan las vacaciones y los profesores y maestros se desquician pensando qué tareas van a ponerles a los niños para estos días de verano. Tienen que ser poco extensas y a la vez productivas para que no se olviden de todo lo que han visto durante el año.
Además de un repaso de lo contenidos, aprovechar el periodo vacacional y pasar tiempo de calidad con nuestros hijos deberían ser los deberes de todos los centros educativos. Durante estos días tendrían que obligarnos a hacer con ellos cosas gratis y sin pantallas: pasear, cocinar, jugar, hablar, escuchar música, leer un cuento, dibujar, interesarnos por sus gustos...
Es cierto que a partir de cierta edad es importante que tengan deberes para repasar los contenidos que han visto durante el curso, sí. Pero tener momentos de complicidad con ellos puede ayudarles y nutrirlos mucho más. Tanto en lo académico como en lo emocional. Si pasamos momentos con ellos de calidad crearemos una relación de confianza y, en un futuro, cuando tengan un conflicto o estén tristes por lo que le ha dicho su amigo o ilusionados por la próxima excursión, buscarán apoyo en quien puedan confiar.
Esto no quiere decir estar con ellos a todas horas haciendo cosas, lo que pretende es aprovechar la ocasión y pasar tiempo estando presentes, haciéndoles caso e intentando olvidarnos de nuestros problemas de adultos. Si el niño es pequeño podremos disfrutar y estar más tiempo con ellos, cuando vaya creciendo el tiempo será más limitado y querrá hacer sus propios planes.
Además, da igual que tenga seis años, 15, 22 o 30, los momentos compartidos siempre suman, aunque no salgan como queríamos. Más tarde echaremos la vista atrás y comprobaremos que aquél día de verano que pasamos junto a ellos no se desaprovechó tanto como creíamos.
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